martes, 28 de agosto de 2012

Un campeón llamado Sergio

Queridos amigos, después de una semana sin poder revelar la noticia, hoy podemos por fin dar a conocer que Sergio, aquel joven que inicio la pretemporada en enero usando a la Cuadrilla como sparring (perdón por el anglicismo), ha conseguido transformar el trabajo silencioso de esos largos meses de entrenamiento en un éxito sonoro. Pues se proclamó ganador de la etapa riojana de la Vuelta a España Junior.
Esto se veía venir, si el primer día de entrenamiento, allá por el mes de enero, humilló a la Cuadrilla en el Puy de la Rad, de Primera Categoría, y en el colosal Col de la Francesa, un auténtico Hors Categorie (permítanme el galicismo), estaba claro que con semejante siembra se recogerían buenos frutos.
Bueno el resultado es el ya anunciado en las primeras líneas, y es que Sergio ha ganado la etapa riojana de la Vuelta a España Junior, que se enteren en todos los rincones del mundo. Y sirvan estas fotos como prueba.
Sergio, cuando tus éxitos se retransmitan por televisión, no te dejes cegar por los destellos del éxito y no te olvides de la Cuadrilla de los Viernes, de esa panda de taraos a los que usaste como cobayitas en tus comienzos deportivos.
Felicidades, campeón.

lunes, 20 de agosto de 2012

Cena de casquería.

Después de un verano itinerante la Cuadrilla volvió a la Domus Áurea, qué placer cruzar el umbral de su modesta puerta y entrar en el Refectorio, como el emigrante que regresa al pueblo para abrazar el calor del hogar. Extraña pero entrañable sensación, y es que para experimentar el placer del regreso hay que pasar primero por el duro trance de la partida, y la Cuadrilla llevaba todo el verano sin hollar su Cuartel General, la mundialmente conocida Domus Áurea y su Sacro Refectorio.

Pero primero, como siempre, el tiempo: Un calor tremendo, un auténtico horno canicular que provocaba el vuelo rasante de los pájaros. Lo cual hacía verdaderamente peligroso salir a la calle, pues uno corría el riesgo de acabar con un humilde pardal incrustado en la frente.

Y ahora pasemos ya al relato de la crónica. Como hemos dicho el regreso fue entrañable, pero esta vez tocaba vaciar el frigorífico, lo que en el argot cuadrillero se llama cena de casquería, es decir, una cena elaborada a partir de productos sobrantes en cenas anteriores. En el congelador y haciendo un debido uso del piolet (no como el bestia de Ramón Mercader) nos encontramos con restos de varios eventos cuadrilleros. Sin embargo, para sorpresa nuestra, entre esos "restos" se hallaron ni más ni menos que cinco chuletones, que fueron apareciendo en diferentes estratos o niveles de profundidad (tres en concreto). Menudo susto, cómo echamos de menos al bueno de Joxepo, nuestro arqueólogo favorito, pues con tanto lío, tanto hielo y tantos restos tan difíciles de identificar, parecía que en ese congelador podían aparecer los filetes de algún mamut o hasta el cuerpo del mismísimo Andrew Irvine.
Conclusión: júbilo entre los Cofrades por los hallazgos y vítores para esos accesos de frugalidad Cuadrillera que condenaron a esos pobres chuletones al exilio siberiano del congelador.

Destacar que hubo ausencias numerosas y notables, pero por otro lado contamos con la presencia de José Ignació, el Quinto Beatle, aunque esta vez no nos deleitó con ninguna de sus piezas al piano. 
Entre los restos fósiles hallados en el subsuelo del congelador aparecieron, además de los ya mentados chuletones, unas pancetas de la era terciaria, que a pesar de todo fueron sometidas al fuego de las ascuas sarmenteras. Y hablando de sarmientos, amigos, imposible no subyugarse a sus brasas, su combustión hace que la peor carne se convierta en alimento apto para el consumo humano, al menos en apariencia, y aun siendo frágil la apariencia, como era el caso, fueron igualmente consumidas por los miembros (con perdón) de la insaciable Cofradía.

Una vez instalada la parrilla de los chuletones con alzas de ladrillo, se procedió al calentado de los platos. La Ceremonia Ritual estaba en marcha.

A su lado, consumidas por un fuego más inmediato, las pancetas se rendían ante la energía desatada por los Pámpanos de Baco en ignición. ¡Cómo se doraban poco a poco!, vuelta y vuelta, menudo maquillaje para unas tiras de tocino que salieron del congelador con bastante peor apariencia.

Ustedes ya lo han visto en la foto superior, el gran Zabala nos volvió a obsequiar con su visita y, ya de paso, se hizo cargo del asado de los chuletones. Su Magisterio una vez más brilló con luz propia. Observen cómo el Cofrade Juanan, como buen pupilo, toma nota visual de todos y cada uno de los movimientos del Maestro.

Poco a poco la suculenta carne fue adquiriendo el bronceado de la luna, desprendiendo al mismo tiempo ese aroma tan característico que los ha hecho universalmente conocidos.

He aquí una nota de color y de candor en medio de tanto pecado. Sirva esta imagen como respuesta al ciberamigo que dijo echar de menos en nuestras bacanales algún tipo de ensalada.

Bueno, la mesa ya estaba puesta, y algunos, como el Catecúmeno Verso Suelto, ya no estaban dispuestos a seguir ninguna conversación, todos los sentidos los tenía puestos en el chuletón que con trazas provocativas se le estaba insinuando en sus mismísimas narices. Y claro, el bueno de Juanito, pecador por naturaleza, ansiaba morder lúbrica y libertinamente esa carne. Ni que decir tiene que pecó, amigos, pecó.

Sin embargo, dos parpadeos después (que resultaron eternos, pues ahí nadie quería cerrar los ojos) fue el Cofrade de la Cordura, el Maestro Levita, domeñador de maderas nobles, el que quedó abducido por los encantos de la carne. Pero algo raro había en Paco Levita, algo que le impedía sonreír de un modo abierto, como habitualmente suele hacer. ¿Qué le pasaba? ¿Pueden ustedes adivinarlo a partir de la aguda observación de esta imagen? ¿No estará acaso la razón última, nítida y transparente, en el interior de su copa?
Sí, amigos, sí. Paco, no se sabe todavía por qué extraña razón, bebía agua. Su sentido de la responsabilidad y su Cordura son de tal calibre que nunca dejará de sorprendernos.
Paco, espero que en algún comentario nos expliques el motivo de tan extraño comportamiento.

Por último quedaba algo que ya empieza a ser tradición, ¡¡que no se malacostumbre la Cuadrilla!! Y es que el gran Zabala volvió a obsequiarnos con otro de sus chisterazos culinarios. Langostinos con fritada, amigos, cómo suena la fritada con las frutas del mar, y cómo sabe. Véanlos aquí en estado bullente, qué magnífica estampa. Menudo postre, Zabala nos dijo que en noches calurosas lo mejor era chuparse los dedos y, oigan, dicho y hecho, qué felaciones en los índices, en los corazones, en los meñiques y en los anulares; ¡incluso en los pulgares! Eso sí, queremos dejar claro que cada uno se chupaba los suyos (los dedos, digo), no vayan ustedes a pensar mal. Lo aclaro porque ya nos conocemos y sabemos cómo las gastan algunos cibervisitantes.

El caso es que con semejante sartén de langostinos la tertulia se animó dejándose llevar por muy diferentes vericuetos narrativos, todos ellos jocosos o muy jocosos, que de alguna manera contribuyeron al solazado cultivo de la amistad. 
Después, como está regulado en nuestros estatutos (nunca escritos, pues nuestra heterodoxia nos lo impide), se procedió a la limpieza del Refectorio.
Como siempre, con gran precisión, el Cofrade Juanan aplicó al caldero de la fregona la medida exacta de fluido limpiador con esencia a pino. Pino, por cierto, de gran calidad, supervisado por el Cofrade de la Cordura.

Después llegó como siempre la tertulia en el Azalea, los cafés, las colonias con esencia de limón, las cervecitas, pon otra ronda Ramón, vamos a la calle, vamos a entrar, vamos a la calle, vamos a entrar, ¿pones otra, por favor? etc. Y así en un bucle constante que no cesó hasta que los pajaritos, despuntando el alba, empezaron a intimidar a los Cofrades. El resto ya lo saben:

"Allons enfants de la Patrie, le jour de gloire est arrivé".

Estáis todos bendecidos, caros amigos.

viernes, 10 de agosto de 2012

Sardinada en el Mirador de la Bahía.

Querido amigos, el pasado Viernes Sí la Cuadrilla abandonó una vez más la Domus Áurea para celebrar la Tradicional sardinada en el Mirador de la Bahía. Bueno, decir tradicional y celebrarla casi cada cuatro años es extraño. El hecho de que la celebremos irregularmente cada cuatro años no tiene nada que ver con las olimpiadas, eso pienso, a no ser que sea porque pasemos olímpicamente de ser regulares y disciplinados, pues si algo nos define es precisamente esto, la irregularidad y sobre todo la heterodoxia, la maldita heterodoxia.
Pero sí que es cierto que hicimos propósito de institucionalizar la sardinada veraniega en El Mirador Cuadrillero, así que si ustedes observan que el próximo año lo pasamos por alto, siempre podrán ciberreprochárnoslo.

  • Pero antes de nada, el tiempo:
  • Lo cierto cierto es que fue un día sano, de esos que no resultan excesivamente calurosos, pero que deparan noches agradables, sobre todo porque el viento del norte fue atenuando conforme avanzó la tarde. Todo esto fue lo que permitió que se celebrara la cena.

Pasemos ya al relato de la crónica. Aunque el menú consistió básicamente en sardinas al sarmiento, conviene aclarar desde el principio que el bueno de Zabala aportó una nota de color, y sobre todo de sabor, a la dieta; y es que de nuevo nos obsequió con uno de sus mágicos chisterazos culinarios.
Otro aspecto a destacar dentro de la dieta es el paisaje, pues durante toda la velada devoramos paisaje, y además con absoluto descaro. La ocasión lo merecía.

He aquí la Bahía vista desde nuestro mirador cuadrillero. En primer plano casas de reciente construcción de Villamediana y algún resto inconcluso consecuencia del estallido de la burbuja. Logroño al fondo, más allá el bonito perfil de la Sierra de Cantabria y a sus pies diferentes pueblos de la Rioja Alavesa y de Navarra.

Para nosotros esta cena fue como salir de excursión al campo, toda una aventura digna de ser contada en el futuro a nuestros queridos nietecitos. Observen cómo el Cofrade Aitor no disimula su gozo al tomar conciencia de estar viviendo un momento único.
Magnífica foto en la que se aprecia perfectamente la coordinación de la Cuadrilla. Esto es trabajo en equipo, amigos, mientras Aitor domeña el fuego, Juanan y Javi se aplican con las sardinas.

Los animalitos parecían estar vivos. Por desgracia este tipo de pez no abunda por nuestros ríos. La Cuadrilla de los Viernes preguntó a los más viejos del lugar si habían pescado alguna vez sardinas en el Iregua, no hubo respuesta, si acaso algún murmullo con el gesto cada vez más torcido. Ante nuestra insistencia, dos o tres bastones salieron volando en la misma dirección en la que nosotros salimos corriendo. "Otra vez los heterodoxos y sus malditas performances", pensaron los interrogados para sus adentros.

A la cena asistió como ya hemos dicho el gran Zabala, que además aportó el vino de su bodega para ser saboreado en la balconada. En el coche llevaba una enigmática tartera que suscitó entre el personal cuadrillero silenciosos e indiscretos comentarios.

Magnífica vista de la Bahía y genial estampa de la Cuadrilla en el Mirador. El humo de las sardinas empezaba a trepar por el monte con su característico olor. El aroma a Cantábrico se fue esparciendo por todo el Cerro y alguno de los asiduos a las bodegas, aturdido por la inhalación del humo, quiso ver el mar, hubo incluso quien lo vio, al menos eso nos aseguraron. "Que no, que es la Bahía", les dijimos cuando bajaban enajenados por el olor de las sardinas.
No sé cómo se sintieron Armstrong y Aldrin al hollar la Luna, pero nosotros, con bastante más gravedad y menos boato, estábamos a punto de levitar y de lo que es mejor, estábamos a punto también de ver el mar.

El Verso Suelto y el Cofrade Aitor poesídos por el canto embelesador de la Bahía y de todas sus  luminosas ninfas. ¿Quién podía apartar los ojos de tan magnífica vista? ¿Quién podía resistirse a sus encantos? "Atadme al mástil" dijo de pronto el Verso Suelto, "o me arrojo ahora mismo a esta estimulante Bahía".

Esta es la prueba de que ver cosas bonitas alegran la vista y el espíritu, y más si hay buena compañía, se percibe la derrota del hambre y circula el vino a raudales.

Vean cómo el Cofrade Faustino le explica a nuestro querido catecúmeno la lección magistral de geografía visual. "A la derecha del todo Codex, luego el León Dormido, luego..." Y el Verso Suelto procesando la información.
Y observen ahora cómo, de inmediato, nuestro aventajadísimo alumno repasa la lección y va cantando uno a uno todos los pueblos que se avistaban, citando el número de habitantes por municipio, densidad de población incluida, la extensión en hectáreas, los cultivos fundamentales, la etiqueta política de los alcaldes durante las cuatro últimas legislaturas y la media anual de litros por metro cuadrado recogidos del agua de lluvia, y todo esto por supuesto que con una precisión pluviométrica.
Con esa actitud y semejantes facultades todo hace presagiar que en primavera será Cofrade.
Observen la Barbacoa del Mirador y en la parte superior la enigmática tartera que el Gran Zabala había traído para la ocasión. La creciente curiosidad nos empujó a lanzar alguna pregunta indirecta con el objeto de averiguar el contenido del misterioso recipiente con asas, pero fue en vano. Zabala se limitó a aclararnos que la tartera no estaba vacía, después nos mandó callar y demandó paciencia.

La sardinas estaban ya en su punto, mientras los Cofrades seguían alimentándose de vino y paisaje, paisaje nocturno, el preferido de la Cuadrilla.
Haciendo una metáfora teatral podríamos decir que por encima de todo, obra y actores incluidos, el protagonismo fue todo para el escenario. Estábamos en el Mirador de la Bahía y no podíamos evitar zamparnos todas sus vistas.

Sin embargo, como es bien sabido, no sólo de buenas vistas vive el hombre, de vez en cuando hay que pasar a la acción y eso es lo que hicimos, queridos amigos.
A última hora ampliamos la mesa con una tabla y un par de caballetes. Que la cena sea de campaña no nos debe impedir ganar cierta comodidad.

La mesa estaba lista, como podrán comprobar los ciberamigos más observadores, subimos de la Domus las copas, las bandejas y los míticos platos de duralex. Sólo faltaba bendecir la mesa y dar gracias a Dios por haber puesto la Bahía allí abajo, precisamente para que nosotros la pudiéramos ver mientras comíamos sardinas y brindábamos con vino. Pocas veces una bendición de mesa ha sido tan sentida y tan vibrante.
La cena fue un deleite, la conversación estuvo constantemente aireada por una brisa fluvial que como ya hemos dicho nos teletransportó a lo mejor del Cantábrico. Para nosotros fue como asistir al banquete de una boda, qué magnífico maridaje amigos; el novio, fresquito y afrutado, joven y del año, mitad rio y mitad vino; la novia fresca y retorcida, salada como ella sola, mitad mar y mitad sardina. Y en esto que la Cuadrilla al completo (Verso Suelto y Zabala incluidos), embargados por la emoción y embriagados por la segunda mitad del novio, gritamos: ¡Vivan los novios! ¡Vivan! 
Y, oigan, qué algarabía y qué alborozo por las bodegas, "que quién se había casado", preguntaba la gente por el Cerro.
Y por si fuera poco, si ustedes se han fijado en la foto superior, verán que hay una flecha en negro. De nuevo, los más agudos observadores se habrán preguntado qué señala esa flecha, seguro que sí. Pues bien, resulta que la Cátedra cenaba en ese momento en su Bodega de Verano, y como no podía ser de otra manera hicimos planes de ir allí a hacerles una visita y a presentarles nuestros respetos. Pero todavía faltaba mucho para eso.
Y en esto que una vez fueron consumidas las sardinas llegó Zabala y destapó la tartera, y por fin pudimos averiguar su contenido. Seguro que ustedes también quieren salir de dudas.

Sí, amigos, sí, es bonito con cebolla confitada. Sólo aclarar dos cosas. Lo de la cuchara de plástico en la foto superior, que es fruto de contingencias inherentes a cualquier cena de campaña que se precie, al menos para los Cofrades, y la otra, que aunque hubo postre, la cebolla confitada acaparó el estrellato de la noche, incluso llegando a producir celos entre las sardinas. Increíble cómo estaba, qué majar y que gran chisterazo culinario del Maestro Zabala. Muchas gracias, Carlos. Te mereces el Toisón, todo se andará.
Este es el momento en que el Dueño de la Alquimia Culinaria nos presenta su plato y nos explica brevemente los pasos que había que seguir para su correcta preparación. No pierdan detalle de cómo la Cuadrilla de los Viernes atiende al Maestro. Algo mesiánico encierra esta escena, con la Bahía al fondo y la atención circunspecta de los Cofrades. Fue otro de los momentos mágicos de la noche. 

Después alguna foto para la galería, pues el Cofrade Fotógrafo también quería salir en la crónica, la cena de campaña lo merecía. Y posteriormente a recoger el tenderete y a visitar a nuestros amigos y Maestros de la CÁTEDRA.

No hay imágenes de la tertulia que mantuvimos con Fausti y Manolo, pero baste decir que nos teletransportaron a la infancia. Qué poder evocador tiene la CÁTEDRA y qué facilidad de la Cuadrilla para viajar en el espacio y en el tiempo sin moverse del sitio. La CÁTEDRA nos obsequió con jugosas tostadas de vino con azúcar, lo que popularmente por estos pagos se llama "pan, vino y azúcar", que nos produjo un efecto similar al de un viaje psicodélico. Nos llevó a la niñez, y vimos el frontón en la plaza, y pasaron el afilador, el aceitunero y el ajero, y cuando empezó a llover nos metimos en los portales con Leandro el estañador.
Como ustedes comprenderán, queridos amigos que nos seguís desde todos los rincones del mundo, la insumisa Islandia incluida, después de semejante viaje había que amortiguar el golpe del regreso, por lo que aun tuvimos tiempo de volcar una botellita despresurizadora que amablemente la CÁTEDRA descorchó para nosotros. Consumado el regreso, la conversación, gobernada con gran pericia narrativa por el Catedrático García, continúo por cauces jocosos o muy jocosos; anecdotario de varia lección y risas por doquier.

Después llegó la hora del descenso al pueblo, no sin antes agradecer a la CÁTEDRA su amabilidad y Magisterio.
En el Azalea ocurrió lo de siempre, no me voy a extender más para no desdibujar el protagonismo de la noche para las sardinas y la cena en el Mirador de la Bahía. Además, para qué extenderme, si ya saben cómo acaban estas veladas cuadrilleras...

"Allons enfants de la Patrie, le jour de gloire est arrivé"

Estáis todos bendecidos, caros amigos.

miércoles, 1 de agosto de 2012

La Cuadrilla en el Círculo Logroñés

Queridos amigos que nos seguís desde todos los rincones del mundo no pierdan detalle de la crónica que a continuación sigue, pues en ella se da buena cuenta de un relato excepcional. Ya no tanto porque la Cuadrilla de los Viernes Sí se desplazara a Logroño, abandonando una vez más el terruño, sino porque el escenario en el que se representó la cena es uno de los más ilustres y distinguidos de la capital, el Círculo Logroñés, el mismo lugar donde antaño se codeaba la flor y nata de la sociedad logroñesa, y donde hoy se celebran galas, banquetes, bailes y simposios.
Pero, ¿qué hacía la Cuadrilla hollando la noble tarima del Círculo, así como sus elegantes alfombras de Teherán? Amigos, la respuesta es harto sencilla, Zabala. Sí, fue el gran Carlos Zabala el que nos abrió las puertas de esos grandes salones para que los viéramos, quedáramos boquiabiertos, y de inmediato, una vez cerradas las bocas, bajáramos al sótano.
De sobra es sabido, queridos ciberamigos, que siempre ha habido clases y que a nosotros esa noche no nos tocaba ocupar los pomposos comedores ni cenar bajo estas grandes lámparas de araña ni ser servidos por camareros con pajarita. No, pero allí estuvimos y para dar fe de ello sirvan estas fotos.
Huelga decir que respirar esa aristocrática atmósfera decimonónica alentó nuestra imaginación y la echó a volar. Allí nos quisimos ver libando coñac francés en copa caliente y fumando cigarrillos puros de ultramar mientras echábamos una partida de bridge y comentábamos, no sin cierta afectación, cuestiones relacionadas con la importación de materia prima africana (probablemente maderas nobles), la evolución de la guerra Franco-Prusiana o la presencia esperada de cierta vedette en cierta mancebía. Sin embargo, poco duró la fantasía burguesa, pues de inmediato Juan, nuestro queridísimo Verso Suelto, apareció por ahí y nos invitó a desmontar el tenderete de los sueños para descender a la realidad, debíamos bajar, bajar a las cocinas.
Sin embargo, allí abajo, había otra fantasía, una fantasía hecha realidad que se podía percibir por los cinco sentidos. Sí, amigos, sí, era Carlos Zábala, el Gran Zabala, que estaba haciendo magia con los pucheros:

Qué más nos daba a nosotros bajar a las cocinas, o bajar al mismísimo infierno si allí estaba cocinando el prestidigitador de las salsas, domeñador de los fogones y dueño absoluto de la alquimia culinaria. Habíamos llegado a los Sótanos del Paraíso.

Y allí fuimos recibidos con unos buenos entrantes como estos de cecina y jamón con pan de orégano y, cómo no, caldos de la tierra. La fiesta no había hecho más que empezar. El Verso Suelto, que había llegado unos horas antes para ejercer como mozo de espadas del Maestro nos habló del menú, y al escucharlo, una vez más nos acordamos del experimento de Pavlov, qué gran hombre este Pavlov.

Arroz con bogavante es lo que el bueno de Zabala nos iba a preparar, al contemplar esta escena y sentir los vapores de la cazuela en nuestras pituitarias, unas lágrimas de emoción y regocijo resbalaron por nuestras mejillas. Pero de inmediato el Maestro nos cortó, nos dijo que nos dejáramos de chorradas y nos instó a que abandonáramos la cocina y fuéramos dando vado a los alimentos que tenía preparados. ¿Y qué es lo que tenía preparado? Vean, amigos, vean:

Mientras descorchábamos botellas iban desfilando los manjares, como estos deliciosos hongos confitados con huevo poché.
¿Y  qué me dicen de estas tostadas de queso fresco con pimienta y aceite?
¿Y esta otra maravilla? Voilà, paté de merluza.
Pero no sólo de aperitivos vive el hombre. Había que cambiar el tercio y ocupar posiciones más cómodas en torno a la mesa. El arroz con bogavante estaba listo.
Llegó el momento estelar de la noche, Zabala mandó a los Cofrades que cerraran los ojos antes de aparecer por el comedor. Redoble de tambores, silencio, nerviosismo y expectación en la Cuadrilla. Después llegaría la bendición, miren, amigos, miren:
He aquí la Obra Maestra, un arroz bomba caldosito con tres kilos de bogavante. Repito, no lean tan deprisa, arroz bomba caldosito con tres kilos de bogavante. Una auténtica Chef d'Oeuvre digna de ser inmortalizada en uno de los tapices que decoran los salones del Círculo. Qué pena que ustedes no puedan probarlo, ni siquiera olerlo.
Es cierto que podría empeñarme en describirlo, pero todo esfuerzo serían en vano y por mucha literatura que acumulara en el intento, baldío y estéril intento, seguiría estando a años luz de la realidad. Una realidad mágica, mística o si lo prefieren, inefable.

A la cena asistió el visitante número Veinte Mil, el incorregible Sean Baker, en la imagen hablando con  el Cofrade Agustín. Tampoco se quiso perder la fiesta el que en su día fue visitante número Quince Mil del blog, Joxepo, un hombre que ya vino a la Domus Áurea con un currículum intachable, no sólo porque tiene nombre de poteador vasco, lo cual ya le da un empaque y una prestancia incuestionables, también porque es nuestro arqueólogo favorito. Su Hoja de Servicios está sembrada de grandes proezas y está llamado a recibir la Orden del Mérito Cuadrillero con Mención de Honor.

En fin, todo estaba listo para atacar el plato principal, sin embargo, las formas y el protocolo hicieron que prolongáramos una tensa y larga espera de varios minutos con la esperanza de que el Cofrade Chuma llegara a tiempo.
Para atenuar la espera se descorchó una botella de cava, pero nada podía evitar que creciera el nerviosismo. Pasados más de cinco minutos alguien dijo que el arroz se nos podía pasar, saltaron las alarmas y del nerviosismo pasamos al pánico. Pero, amigos, fue empezar a comer y la armonía gobernó de nuevo sobre la mesa, se relajaron los rostros y en ellos afloraron de nuevo las sonrisas; qué bonito.
Eventos así no suceden todos los días, había que repetir.
Y en esto que el Cofrade Chuma llama y pregunta que dónde estamos. Él nos esperaba en la Domus Áurea y cuando el Cofrade Juanan le decía que estábamos en el Círculo Logroñés Chuma no se lo creía, lógico.
Menos mal que contó la palabrita del Niño Jesús de Juanan, así, y sólo así, bajó raudo y veloz.
La gula, uno de nuestros pecados capitales favoritos, junto con otro que ahora no voy a mentar, campó a sus anchas por el comedor. Algunos iban ya por el tercer plato, otros empezaban a dar muestras de cierto hartazgo, y al fondo, el Cofrade Chuma, que no podía perder un segundo más, se aplicaba con el primer plato.
Hay que destacar también la atención que Zabala prestó al vino. Por nuestras gaznates pasaron caldos de Bodegas de Consejo de la Alta, vino de autor de Bodegas Larraz o algún Monte Real de Bodegas Riojanas. Y así las cosas, empezó a sonar el Himno Oficial de la Cuadrilla, "La Carcajada".

Y llegaron los postres y los cafés, y nuestra conversación, siempre la misma, fluyó con la misma diligencia que el vino, atropelladamente, levantando la voz más de lo habitual, interrumpiéndonos sistemáticamente y, en fin, procediendo por momentos como auténticos tertulianos profesionales.

Iba llegando el momento de levar anclas, a algunos Cofrades les costó un poco recuperar la verticalidad, debido sin duda a la gran cantidad de alegría que ya empezaba a bullir en los estómagos.

Tal y tan grande era el gozo que a alguno, como a nuestro querido Catecúmeno Juan, alias el Verso Suelto, le dio por hacer palmas, así espontáneamente para pasmo de los Cofrades. El júbilo de nuestras noches dionisiacas estaba llegando al paroxismo.
Ya a la salida nos esperaba una nueva sorpresa, y es que el Verso Suelto, que durante toda la velada presentó síntomas de enamoramiento por una mordedura en el cuello, no pudo resistir la tentación de sentarse al piano emulando a Dorian Gray e interpretar el Preludio de Chopin. Fue magnífico, poseído por el hechizo de un amor en ciernes, nos dejó a todos pasmados dada su brillantísima interpretación.

No me gustaría extenderme para contar cómo la liamos al salir del vestíbulo a través de esta endiablada puerta giratoria, pero si ustedes han visto la peli en que Charlot entra con todo el pedo a un hotel, se podrán hacer una idea (ver).
Fue un follón impresionante, cuando una parte de la Cuadrilla estaba fuera la otra estaba dentro, pero pasados unos segundos era al revés. Esto para nosotros resultaba del todo incomprensible y además inadmisible, hubo Cofrades que quisieron poner una queja en el libro de reclamaciones. Pero no hubo nadie que nos atendiera. Como Gary Cooper estábamos solos ante el peligro y tuvimos que hacer frente a la contingencia por nuestra cuenta y riesgo. Intentamos después salir solidariamente juntos, pero quedamos atascados y a punto estuvimos de provocarnos lesiones de cierta gravedad. En fin, para qué contar.
Concluida la pesadilla de la puerta y antes de abandonar tan insigne lugar, nos hicimos una foto conmemorativa sobre la tupida alfombra roja de la escalinata.
Y después, queridos ciberamigos que nos seguís desde todos los rincones del mundo, Sri Lanka incluida, ya saben dónde acabamos. En esa esquina donde brilla en rosa un rótulo que dice Azalea Pub. Y allí se fue haciendo tarde mientras nuestros invitados resistían y confraternizaban con otros amigos, como dos de los intrusos de Viernes Sí (ver).
Avanzaba la noche y cuando los pajaritos nos empezaban ya a dar la chapa, tuvimos que refugiarnos en el interior del bar. Allí Ramón se encargó de exaltarnos con la música. Podría poner fotos lesivas a la vista, también al tacto, pero nuestro férreo código ético impide su publicación.

Nuestros queridos visitantes Quince Mil y Veinte Mil, Joxepo y Sean respectivamente, aguantaron como unos campeones. No cuento lo que Sean intentó llevar a cabo, pues fue rescatado a tiempo, ni lo que ensayó el Verso Suelto en determinada rotonda (y fue la tercera vez que nos dejó pasmados), quede esto para nosotros y, sobre todo, para Joxepo, que fue el que lo liberó de las garras de aquella noria encantada. Otra hazaña más para añadir a su intachable Hoja de Servicios.

El resto ya se lo pueden imaginar, la raya del alba despuntaba por el horizonte, el sentido común brillaba por su ausencia y había que salir del atolladero como fuera. Fue entonces y sólo entonces cuando...


"Allons enfants de la Patrie, le jour de gloire est arrivé"

Estáis todos bendecidos, caros amigos.