lunes, 18 de febrero de 2013

La CÁTEDRA en la Domus Áurea

Queridos amigos que nos seguís desde todos los rincones del mundo, bienvenidos a una nueva crónica  de Viernes Sí. Tenía que llegar y llegó, nos referimos, por supuesto, a una de las cenas más esperadas y celebradas del año. Después de dieciséis meses, ese Consejo de Sabios llamado la CÁTEDRA volvía a la Domus Áurea, una visita esperada por todos nosotros con reverencial impaciencia. 
Hacía ya tiempo que el evento se venía trabajando, se trataba de una cena planificada y estudiada por la Cuadrilla al milímetro. Todo estaba atado y bien atado, y nada debía de quedar expuesto a los venturosos caprichos del azar. 
Hay que confesar, ahora lo podemos decir, que durante los días previos a la ansiada cita la Cuadrilla celebró varias reuniones, incluso ciberreuniones, con el único objeto de que todo estuviera al detalle, y de que la CÁTEDRA se sintiera en el Refectorio de la Domus Áuea como en el Paraninfo de su Universidad.
Qué nervios, amigos, en los momentos previos a la llegada de la CÁTEDRA, el Refectorio era escenario de un frenético tráfico de platos, cubiertos, copas, viandas, etc. Aquello parecía la cocina del Bulli.

El Cofrade Paco Levita, tradicional Maestro de Ceremonias en eventos de tamaña envergadura, se encargó del protocolo. Él es el único responsable de que hubiera por ejemplo una perfecta simetría en la disposición de la mesa, los platos, las copas y los cubiertos. Qué detallista, amigos, tenían que haberlo visto con la escuadra y el cartabón. 

"El chorizo en medio, no más de dos milímetros de grosor". Hasta siete piezas de chorizo mandó devolver a la cocina el Cofrade Maître Levita por superar el grosor. Pánico daba verlo con el calibre en la mano.  
"A ver esas hojas de lechuga, ni muy encabalgadas ni muy tumbadas", nos decía a grito pelado el Dueño de la Cordura, el Cofrade que vino del Najerilla para insuflar algo de sensatez entre tanta casquivanía iregüense. Y repetía, "la lechuga ha de estar como una mar rizada", ojito con Levita, menudo poeta, qué clase tiene.

Y en eso llegó la CÁTEDRA. Queríamos que el plato estrella de la velada fuera una sorpresa, pero este Consejo de Sabios que es la CÁTEDRA tiene contactos hasta en el ribazo más recóndito de la jurisdicción de Villamediana, "chavales - nos dijeron - bien huele el cordero". Y claro, de inmediato nos preguntamos, ¿cómo lo saben? Es tontería, el planteamiento en sí de esta inocente cuestión revela bien a las claras que estamos muy por debajo de ellos, de su ciencia y de su grandérrima prosopopeya. Qué porte, amigos, tendrían que haberlos visto, qué ademanes y qué saber estar. En fin, que nunca, absolutamente nunca, llegaremos a Su Altura.
Como se aprecia en la foto, el Cofrade Paco, nuestro Maestro de Ceremonias, acompañó en todo momento al Consejo de Sabios. La mesa ya estaba lista, faltaba elegir el vino, pero... ¿qué vino?

Ya ven, amigos, con la sabiduría llegó el buen vino, que, como bien nos lo especificó la CÁTEDRA, fue extraído de la Cuba Republicana ex profeso para la ocasión. Se trata de la misma cuba que solazó nuestra anterior cena en el Paraninfo (ver). Fantástico detalle de la CÁTEDRA, que nosotros agradeceremos siempre.
Al meterlo en boca recordamos la cena del año pasado y la cata comentada que nos ofreció el Catedrático Reinares, y otra vez, por el conductista estímulo del vino, asistió a nuestras mentes ese aroma a tomillo que perfuma las cepas en Valsalao y el olor a harina y candeal en la tahona de la Victorina, ¡qué hermosa es la humildad, amigos! ¡Y cuánta belleza reside en ella! Y por esos senderos del beatus ille..., qué lejos nos quedaban los hampones que copan titulares en los periódicos; qué lejos estábamos de la obscenidad frívola y chusca de duques, tesoreros, exmaridos y exmujeres; qué lejos de los consentidores y los influenciables, archirricos todos y amicísimos del dinero ajeno y sucio. Lejos, muy lejos.

Pero volvamos a la crónica. Con el vino en la mesa, todo estaba listo para el Rito Eucarístico, que se llevó a cabo, como suele ser habitual en la Cuadrilla, siguiendo dogmas preconciliares y postconciliares, para doble agrado de la CÁTEDRA.

Y llegó el momento estelar, el momento esperado por todos. Era la noche del cordero, ese inocente animalito que quita los pecados del mundo, y que adquirió este dorado exquisito en el horno de la Panadería del Chula, otro de los lugares míticos de Villamediana. Este asado es simple y llanamente insuperable, y mi prima Blanqui tiene toda la culpa de que sea así.

Las raciones fueron servidas siguiendo el protocolo orquestado por el Cofrade Paco, nuestro Maître de excepción, y como verán las patatas panadera cobraron una especial relevancia. La CÁTEDRA no pudo evitar dedicarnos algunas palabras en las que con un entusiasmo muy contenido, no nos olvidemos de que a ellos les mueve la mesura, ensalzaron nuestra capacidad organizativa, el éxito del menú y nuestra habilidad para presentar los platos en mesa. En ese momento, queridos ciberlectores, la Cuadrilla al completo estuvo a punto de despegar los pies del suelo. Qué huecos nos pusimos, amigos, implados como pavos reales tras el éxito del cortejo.

Después llegó la tertulia, la amena charla de la sobremesa, en la que no faltó, como no podía ser de otra manera, un postre de naturaleza industrial, unos deliciosos milhojas de genuino origen poligonero, que fueron rabiosamente aplaudidos y celebrados por la concurrencia.
Como anécdota, cabe destacar lo ocurrido con el Verso Suelto, que llegó tarde a los trabajos de preparación de la mesa y que fue amonestado por la mismísima CÁTEDRA, vean el gesto de preocupación de nuestro catecúmeno.

Este es el momento en que el Catedrático Reinares nos informa de que antes de nombrar oficialmente Cofrade al Verso Suelto (hay que dejar claro que primero tiene que superar la prueba de los sarmientos) se le ha de pasar primero un informe detallado acerca de su comportamiento en el terreno, es decir, en la viña. Así, pues, sin el sello de la CÁTEDRA y su expresa anuencia no habrá Coronación. Tiembla, Juan, tiembla.

Foto de la bahía dedicada al Parien.
Y de esta manera, y de otras que no cuento, poco a poco, fuimos adentrándonos en la madrugada del sábado, conversando, practicando libaciones y visitando algunos de los más señalados establecimientos hosteleros de Villamediana. 
Acababa así un auténtico Jour de Gloire, tenemos que decirlo así, con toda rotundidad y con el respaldo de la verdad objetiva. Nos avalan las palabras hermosas que nuestros ilustres invitados nos dedicaron, palabras de elogio y alabanza que nos guardamos para nosotros mismos, acaso porque estamos ya aprendiendo de ellos, y prudencia y mesura han de ser blasón de nuestra bandera.

No obstante, lo dicho, mesura en la alabanza (el autoelogio envilece), pero incontinencia en el buen yantar y en el mejor beber. 
Y al final de la noche, en fin, qué les vamos a contar a ustedes que no sepan ya...

Allons enfants de la Patrie, le Jour de Gloire est arrivé

Estáis todos bendecidos, caros amigos.


jueves, 14 de febrero de 2013

A veces pasa

 A veces pasa, que un monte eclipsa a otro, y mimetiza bajo su falda el promontorio sometido.

A veces pasa, que por encima de una estampa urbana se erige un pueblo, una villa que despunta a lo lejos reclamando la excepcionalidad de su señorial altura.

A veces pasa, que sin estar el sol, prevalece su destello mortecino, o que habiendo desaparecido los coches, perdure la huella de su fulgor eléctrico.

A veces... pasa.

lunes, 11 de febrero de 2013

Cocochas y bacalao, y tal...

Queridos amigos que nos seguís desde todos los rincones del mundo, en primer lugar tengo que pediros disculpas por la demora en la publicación de esta crónica, el retraso es injustificable y precisamente por eso no lo justifico. Por otro lado, he de confesar que en estos días me falta motivación para ejercer de cronista cuadrillero, no obstante... ahí va, voy a intentarlo, y tal...

Le tocaba a Faustino y estaba cantado que cenaríamos animalitos subacuáticos. Esta vez no hubo crustáceos de río, qué pena, con lo que nos gustan los cangrejitos. Su puesto lo ocupó con honor el bacalao, que compartió cartel con las tradicionales cocochas.

Pues nada, cenamos y tal,  y bien... A gusto, eh.
Después se habló de todo un poco, y tal.

Estáis todos bendecidos, caros amigos.