Última cena de diciembre y, por ende (y esto va por el Catedrático García), última cena del año. Como bien sabéis, son días de excesos. Supuestamente nuestros corazones, llenos de buenas intenciones, se impregan con el espíritu de la Navidad, pero lo único cierto es que son sobre todo nuestros cuerpos los que se impregnan copiosamente de alimentos: carnes, pescados, mariscos, dulces, alcoholes fermentados, destilados, etc. Quizá por eso la Cuadrilla decidió ir a la contra y deleitarse con un tradicional plato riojano que, por sus orígenes y características se halla en las antípodas de la opulenta dieta navideña. Sí, amigos, sí, estamos hablando del popular y humilde rancho, el nacido de la penosa dieta cuartelaria.
Pero antes de nada, como siempre, el tiempo:
Mañana nublada, con amenaza de lluvia o inscluso de nieve, con frío relativo, así, sin más. Lo típico de diciembre, aunque lo de la amenaza de nieve o de lluvia fue una ilusión, ni una gota. Por primera vez en esta sección incluímos fotografía. He aquí este rompimiento de gloría que vi desde la ventana de mi cocina.
Eran las ocho y media del día 22 de diciembre, día de la lotería, y parecía que el Divino estaba anunciándome el lugar donde iba a tocar el premio gordo. Más o menos a la altura de Sorzano, quizá sobre la casa de nuestro amigo Alfredo Ruiz. Sin embargo, acabo de hablar con él y me confirma que en Sorzano no tocó ni la pedrea. Ya ven, caros ciberamigos, en estos tiempos de crisis ya ni el Supremo es infalible.
Pero, bueno, pasemos ya a los asuntos culinarios. Como ya se ha dicho en la entradilla, tocaba rancho, y para eso contamos, como casi siempre, con Javi, que cogió los peroles por las asas. No olviden que entre sus muchas facetas y honores dentro de la Cofradía, Javi cuenta con los títulos de Maestro Asalari, Perito en Ranchos y Druida de los Ungüentos, pues sólo él conoce la fórmula mágica de los Santos Óleos. Como dato de interés etnográfico y gastronómico, hay que aclarar que el rancho fue elaborado con fuego de leña y la ayuda de la ancestral trébede, como se viene haciendo desde hace siglos. Nosotros en concreto, durante parte de los siglos XX y XXI.
Puestos al servicio del Maestro, el resto de los Cofrades nos entregamos de lleno a labores gregarias, tales como pelar patatas, picar pimientos, ajo, cebolla, trocear los conejos y descorchar botellas de vino. El espectáculo estaba en marcha.
Vean al "verso suelto" de la Cuadrilla picando patatas. El hombre se ganó alguna amonestación por parte de los veteranos Cofrades, que pusieron reparos tanto a su forma de trocear las patatas como a la de picar la cebolla. Sin embargo, Juan, como buen grumete, lo soportó todo con entereza y buen humor. Era el día de su Confirmación y quizá por eso los nervios le jugaron una mala pasada. En algún momento se le saltaron las lágrimas, bueno, seamos sinceros, lloró a moco tendido. Es lo que tiene picar cebollas.
Pochada la cebolla, le tocó el turno a los pimientos, rojo y verde. Observen el colorido que tomaba en la sartén. Los pimiento sobrantes acabaron en las brasas de leña.
Posteriormente, el Cofrade Perito en Ranchos añadió el conejo troceado. Fíjense en cómo poco a poco los pimientos de la base se van asando. Como ven, queridos amigos que nos seguís desde todos los rincones del mundo, el contenido de la sartén cada vez resulta más atractivo a la vista.
A continuación llega el turno de las patatas, esos humildes tubérculos que vinieron de América como una especie exótica hace cinco siglos. Una rareza botánica que en algunos países sirvió para alimentar a los animales de granja. Después, las hambrunas y la falta de otros alimentos básicos hicieron que el hombre las introdujera en su dieta, aunque pasarían muchos años hasta que se inventara el rancho a la riojana.
El Maestro Ranchero se encargó de aderezar la marmita con pimiento molido, hojas de laurel y alguna otra cosa que no pudimos apreciar porque, como suele ser habitual en sus chisterazos, nos invitó a cerrar los ojos, cosa que hicimos obediente y respetuosamente.
Durante la gestación del rancho tuvimos una agradable visita, ni más ni menos que Marina y Nuria, nuestra primera anunciante del Blog. Nuria nos trajo un postre, pero ya dejamos claro que con un flan no se paga un anuncio, así que aplícate el cuento. No pierdan detalle de la mirada censora de Nuria, que, copa de vino en mano, iba matizando y amonestando cada uno de los movimientos de Javi.
Tres momentos de la noche con el Cofrade Ranchero como protagonista. La verdad es que la marmita brillaba con plenitud, bullendo graciosamente sobre el fuego. Los pimientos ya estaban casi asados y el Maestro brindaba por ustedes lleno de satisfacción. Véanlo en su última comprobación, "está listo".
¿Se acuerdan ustedes de aquellos dos pimientos que poco a poco se iban asando a los pies de la trébede? Vean en qué se convirtieron por arte y gracia del fuego y del Cofrade Juanan. El plato de duralex los acuna, así como al aceite virgen extra de empeltre y a los ajitos picados. Después de probarlos ninguno de nosotros volvimos a dudar acerca de la existencia de Dios.
Pasadas dos horas, tal y como había anunciado el Maestro, el rancho estaba listo. Sólo faltaba dejar que reposara un rato. Durante ese tiempo (el de las dos horas de gestación), los cofrades degustaron entrantes de queso, lomo curado, salmón (empezábamos así a alejarnos de la inicial humildad), patés de diversa naturaleza, etc. Hay que confesar que durante esas dos horas de elaboración se trasegaron siete u ocho botellas de Crianza Rioja, motivo por el cual iniciamos la degustación de las patatas movidos por una especial alegría; la alegría que da el vino.
La Cuadrilla casi al completo inició con decisión la degustación del rancho. Observen a Juanito cómo estuvo acompañado por los veteranos cofrades Juanan y Agustín. Este último, por tratarse de un día tan especial, hizo el esfuerzo de venir a la cena. Desde aquí aplaudimos al pionero Cofrade por su sacrificio.
Y llegó el momento especial.... vean ahí abajo:
¿Puede haber una escena más religiosa que esta? Dificil, ¿verdad? Vean con qué devoción y recogimiento toma su Primera Comunión Cofradesca. ¿Cómo puede caber tanta Fe en una foto? Hay que decir que el Cofrade Agustín puso algunas pegas de inicio, dada la extremada juventud del catecúmeno, aunque poco después tuvo que retractarse, sobre todo al comprobar que, aunque Juanito tiene cara de niño, bebe como un hombre. Qué angelito.
Juan, el pionero de las rutas nocturas por Logroño, posa orgulloso tras aprobar su primer examen de catequesis. El tribunal tuvo unas palabras de elogio para el bisoño candidato. Posteriormente hubo también un recuerdo especial para la CÁTEDRA, en tono encomiástico, por supuesto, pues no es lo mismo un simple tribunal, como el de la Cuadrilla, que el TRIBUNAL por antonomasia, aquel que juzgó nuestra tesis el pasado 14 de Octubre.
El Maestro y el alumno aventajado. Observen cómo el Cofrade Juanan explica al iniciado los términos de Villamediana, cuyo conocimiento y ubicación ha de conocer para ganarse nuestro preciado Toisón de Cofrade. No pierdan detalle de la atención con la que escucha a su Maestro, "aquí está Valsalao, aquí Juandete, por aquí Zorraquín, más allá...".
La satisfacción era plena, después del rancho nos zampamos un pastel de naturaleza industrial, con un alto contenido calórico, rico en grasas saturadas, hidrogenadas y tal vez hasta enriquecido con uranio empobrecido, por todo ello, es evidente que no viene a cuento mostrar el citado pastel en este blog. Pero más allá de todos aditivos tan nocivos para la salud, lo cierto es que la tarta estaba muy buena y que nos dejó estas caras, ¿acaso por la radiación?
La Felicidad, que es frágil e inquieta, como esta foto movida y sin embargo tan reveladora del estado de plenitud que da la buena mesa, el buen vino, la compañía agradable y el cultivo de la amistad. En esta foto Bretoncito y Chuma son la encarnación de la alegría. ¿Sienten ustedes envidia? Pues no la tengan, prueben a seguir nuestro ejemplo y no nos vengan con la milonga de la envidia sana; eso no existe.
Nuria nos trajo un flan con la sibilina pretensión de ser un ofrecimiento altruista, pero más que un postre pareció un experimento. Aprovechando que los Cofrades de la Cuadrilla son como cobayitas que lo devoran todo, la primera anunciante del blog nos hizo entrega de un extraño flan que careció de éxito entre la concurrencia. Ni siquiera los tragaldabas de la Cuadrilla con inclinaciones más pantagruélicas pudieron acabarlo. Sedientos de venganza por tanto apunte, matiz y corrección, los Cofrades en pleno censuraron sin remilgos a Nuria, que probó en sus carnes (perdón por la expresión) su propia medicina. Por una vez, la censora fue censurada.
Nuria, por favor, deja de experimentar con nosotros y haznos una tarta en condiciones.
Bueno, y esto es todo por este año, al menos en cuanto a cenas se refiere. Pronto cumpliremos nuestro primer aniversario como Blog, efeméride que celebraremos por todo lo alto. No tenéis que olvidar, queridos amigos que nos seguís desde todos los rincones del planeta, que cada vez queda menos para la visita número 10.000, que será premiada con el honor de compartir mesa y mantel con la Cuadrilla. En breve, quizá a partir de la visita 9000, el inefable Miguel Notario será advertido para que esté atento a las IP de nuestros cibervisitantes.
Esta vez nos despedimos con la bendición del Cofrade Chuma, cuya recortada barba le otorga ese porte distinguido y la prestancia propia de un genuino gentleman iregüense, de esos que lo dicen todo con el silencio como único vehículo de expresión. Auténtico, Chuma.
Estáis todos bendecidos, caros amigos.