Pasemos sin más preámbulos a la crónica. Primero, como siempre, el tiempo. Ya llevaba unos días el tiempecito tocando los cojones y empeñándose en refrescar los días como si éstos fueran de abril. Lo cierto es que hacía una noche más bien fresca para entrar en la primera decena de junio, por lo demás, nubes bajas, oscuras y de gran concentración, pero sin amenaza de lluvia.
La noche se vistió de chuletón, no era un chuletón de dibujos animados, pero desde luego que animó a más de un Cofrade. Se dudó acerca del proceso, si acunarlos sobre una parrilla normal o si hacerlo sobre la reglamentaria. Tras un breve debate se decidió que había que usar la reglamentaria de chuletones, con plato de barro, o sea, las conocidas Santas Cunas, tridente, salvamanteles de madera y todo el protocolo propio de una cena de Chuletones cuando estos son de dibujos animados.
Ramón, como siempre, poniendo buena música. Aquí lo tienen, buscando la canción en el vinilo. Qué bueno que siga pinchando vinilos, donde esté el disco de aguja que se quite el mp3, ¡por favor, un respeto! Escuchar a los Rolling, a los Purple o al mismísimo Rory Gallagher (y esto va para Josepe) en vinilo es una delicia.
Juanma, alias Chacho, estupedísimamente acompañado por la sonriente María. Felicidades Juanma.
Pero sigamos avanzando por el túnel de la noche. Todavía queda alguna estampa verdaderamente memorable. ¿Quieren ustedes vernos a Juanan y a mí bailando una sevillana? ¿Ponemos a prueba las dos fuerzas? ¿La suya, de morboso voyeurista, o la nuestra, de pervertidos exhibicionistas?
Pues ya ven, ganan ustedes.
Bueno, esto es todo, que no es poco, ¿verdad? Gracias por leernos un día más. Un saludo para todos, en especial para el ciberlector que nos sigue desde el medio de Siberia.
Estáis todos bendecidos.
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