Pedro hizo las veces de Maestro de Ceremonias, nos llevó a dar una vuelta por los centros de mayor interés cultural, exclusivamente bares, claro.
La Cuadrilla de los Viernes quedó puntualmente en la plaza. Una de las cosas que distingue a los Cofrades es la sincronización de los relojes, algo que aprendieron de niños, cuando veían a Los Hombres de Harrelson en la televisión, creo que por un VHF, a eso de las diez, después del parte meteorológico de alguno de los hermanos Medina, en aquel tiempo tal vez de Mariano, un tipo tan soporífero como certero, y sin satélites ni nada, con un par.
El jarreo o poteo por Ezcaray fue provechoso. Libamos sidras, vinos blancos y tintos, tanto cosecheros como crianzas. Cuando nuestro cerebro comenzaba a licuarse, llegó la hora de reponer fuerzas.
Los Cofrades, junto a Sergio (ver recogida de sarmientos) segundos antes de dar vado al arroz. Bueno, de la comida hay fotos, pero tampoco es cuestión de exhibirlo todo, además, la cuadrilla estaba acompañada. Estábamos lejos, muy lejos de nuestro habitual refectorio.
Lo que está claro es que los Cofrades son animales de costumbres y determinadas costumbres deberían ser patrimonio de la humanidad. A qué espera la UNESCO para que esto....
o sea, la siesta, quede definitivamente salvaguardada como Patrimonio Cultural Universal. ¡¡¡Qué angelitos!!!
Después de la siesta, que fue de sillón y no de cama, o sea, que no fue reglamentaria, como mandan los cánones en la estación estival. Por favor, entiéndase como siesta reglamentaria la que se hace con pijama y orinal, previa al padre nuestro de rodillas contra el cabecero de la cama, haya o no crucifijo.
Entiendan también que en mitad de la avetura tuviéramos que apañarnos así, en estos vivacs-sillón, y es que el monte está lleno de incomodidades.
Después de la siesta, dimos un paseíto, con el coche, claro. Buscamos una magnífica panorámica de Ezcaray, pero incluso ahí arriba el sol zumbaba, motivo por el cual la Cuadrilla de los Viernes buscó cobijo en la sombra, pegados a la pared de la ermita, junto al precipicio.
La Cuadrilla al borde mismo del precipicio, sin embargo, ahí los tienen. El gesto adusto e intacto el ademán; ¡qué huevos tienen! |
Pero resultó que ni con la siesta, ni con el vértigo del precipicio, los cerebros de los Cofrades llegaron a solidificarse del todo, había que darse un chapuzón, pero no un chapuzón como meros turistas, no, no. La Cuadrilla, una vez más, dio la talla. Observen bajo estas líneas....
Como habrán visto, la Cuadrilla es por momentos temeraria, desafía al riesgo y a su manera gusta de la aventura extrema. Los Cofrades, salen de casa un buen día y no saben si van a volver, es nuestro modo de vida, rafting, como acaban de ver, algo de barranquismo, aunque por la sombra, y mucha espeleología, como habrán comprobado en las entradas anteriores de este blog, en fin, que sólo se vive una vez, pero da tiempo para beber muchas veces, y eso es lo importante.
La aventura es la aventura, y lo nuestro es pasión por el riesgo. Nunca se sabe, Juanan, Pedro y Javi cuentan que una vez salieron por los Cameros y se perdieron en mitad de la Cebollera. Era una excursión micológica, se les echó la tarde, se les acabó el vino de la bota y al final, los hombres, desesperados, tuvieron que beber agua. Joder, menudo trago.
Pero también cuentan que esa aventura les sirvió para curtirse, y es que no hay mal que por bien no venga.
En fin, ya se sabe que Dios escribe derecho con renglones torcidos.
Valga el comentario de que dicha incursión por las tierras altas de nuestra querida RIOJA estuvo acompañada de nuestras de nuestras parientas, que aunque no salgan en las fotos, estaban disfrutando del dia acompañando a los cofrades (o...era al revés), ya que la idea surgió de la lugareña, Mila, que nos quiso invitar a una odisea, si digo bien, ODISEA, por las calles de Ezcaray, sufriendo los azotes de los cabezudos que acompañaban a los gigantes en su desfile por la localidad....como pegan los cabritos....les gusta sobre todo azotar a las mozas que descubren sus carnes tersas, casi vírgenes....pero que curiosamente dichas mozas no evitan, como si dicho flagelo les causara placer o... vete tu a saber....queridos amigos que no os pierda la imaginación, que solo se trata de una fiesta popular, Gigantes y cabezudos en honor a San Lorenzo.
Amén
Primo te voy a colgar asi que pasas por mi casa y no me llamas "Hay pajaro".
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