Primera cena de septiembre para la Cuadrilla de los Viernes y sus Cofrades. En esta ocasión, como suele ser habitual cuando le toca la responsabilidad a Pedro, acudimos a su bodega, nuestro segundo Refectorio. Esta vez asistimos a la cita tranquilos, sin el nerviosismo de saberse invitado por quien luego no recuerda. Se trataba de la normalidad del calendario (para lectores noveles del blog, consultar el calendario), de seguir a pie juntillas los protocolos y la liturgia. Pero, primero, como suele ser habitual, el tiempo.
"Veniamos padeciendo durante todo el día altas temperaturas con riesgo de tormenta, riesgo que se fue agudizando conforme llegó la noche, de tal manera que a eso de las 1.30h. de la madrugada, cuando la Cuadrilla de los Viernes tomaba algo en el Arizona, cayó una manga de agua “im presionante” (por decirlo en dos palabras), que fue recibida con regocijo, alborozo y risas celebratorias por parte de los Cofrades, motivo por el cual se decidió pedir otra ronda. Después continúo lloviendo y se siguieron pidiendo más rondas hasta que la noche cerró capítulo. Pero no nos adelantemos".
"Veniamos padeciendo durante todo el día altas temperaturas con riesgo de tormenta, riesgo que se fue agudizando conforme llegó la noche, de tal manera que a eso de las 1.30h. de la madrugada, cuando la Cuadrilla de los Viernes tomaba algo en el Arizona, cayó una manga de agua “im presionante” (por decirlo en dos palabras), que fue recibida con regocijo, alborozo y risas celebratorias por parte de los Cofrades, motivo por el cual se decidió pedir otra ronda. Después continúo lloviendo y se siguieron pidiendo más rondas hasta que la noche cerró capítulo. Pero no nos adelantemos".
Pasemos ya a la crónica, queridos ciberlectores. Comenzó la noche con dos bajas importantes, la de Fausti y Paco, que a estas horas deben de estar en La Mancha disfrutando de un fin de semana vacacional, un saludo para ellos y para los amigos manchegos. Por otro lado nos acompañó Carlos, el tío de Mila, al que conocimos en Ezcaray, aquella mítica jornada en el que la Cuadrilla puso en riesgo su vida para dar ejemplo al mundo.
Los Cofrades esperando la bendición de la mesa. La inquietud se palpa en la foto, la risa nerviosa de Aitor, la mirada de Carlos, la de Juanan y las miguitas en el plato de Javi. ¡Qué nervios! |
Sobre la mesa, tomates de la huerta de Eugenio con ajos del mismo origen, humedecidos con el aceite de las olivas de la Cañadilla, molidas en el trujal de Galilea. Champiñones con salsa de nata y, atención, el plato estrella, porque los Cofrades al ver esa bandeja sobre la mesa preguntaron, ¿qué es esto? Se creó un mutismo expectante, largo, de más de tres eternos segundos, hasta que Pedro rompió el silencio con este verso alejandrino "es secreto ibérico con salsa de frambuesas", ¡dios mío, qué deleite, qué poesía! Fue oírlo y los Cofrades remedaron a aquellos perros de Pavlov, sus papilas gustativas empezaron a segregar humores de júbilo. Sin miramientos, y bien regadito con vino, dimos vado al secreto, a los versos alejandrinos, a la cuaderna vía y a la poesía entera. Qué gozada, caros amigos, qué gozada.
¿No querían poesía, queridos lectores?, pues ahí tienen tres estrofas maravillosas. Música para sus oídos.Esta imagen muestra la otra cara, la de la relajación que siguió a los nervios. Fue escuchar el "es secreto ibérico con salsa de frambuesas" y... oigan, qué medicina. Vaya bueno que es esto para los nervios y el estrés. La Cuadrilla de los Viernes recomienda ceremonias así para salir del frenetismo y la irritación del quehacer diario, de verdad que va muy bien. Fíjense si no en las caras de estos tipos.
No podía faltar un plano detalle del "secreto" para que ustedes lo amplien y averigüen donde están las claves para olvidarse del todo, incluido del futbol. ¿Donde está el secreto? Tal vez en desposarse con una buena cocinera.
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