Sin embargo, siempre pasa algo que altera el orden previsto, pero no adelantemos acontecimientos. Antes, el tiempo.
- Ya llevábamos dos semanas con frentes de bajas presiones que presagiaban lluvia, y que parece ser que la descargaban por todos los rincones de la península, salvo por el nuestro. Sin embargo anoche llovió, llovió bien, no vamos a decir que abundantemente, pero bien. Poco a poco, amigos, por algo se empieza.
- Mas no fue la lluvia la que alteró la paz de la Cuadrilla, miren ahí debajo, fueron los Intrusos.
Qué hacen estos tipos en Viernes Sí, Rubén, Jósean y Antonio, qué hacen estos tres intrusos en el Refectorio.
Maldita sea, no son tres sino cuatro, Carlos también. Esto es tremendo amigos, menos mal que Jósean trajo unas botellas de su magnífico vino. Cinco botellas de vino, botellas llenas de delicioso néctar, pero botellas breves, amigos, efímeras como las cópulas de los lepóridos.
El menú estaba casi listo, el fuego iba dando ese punto de temperatura ideal tanto a las cocochas como a los cangrejos. También había entrantes de salchichón y de queso. Todo estaba ya listo cuando los susodichos intrusos llegaron como quien viene a dejar un recado, mas no hubo recado ni se marcharon de inmediato, no amigos, no. Se instalaron y empezaron a dar vado a todo con un mecánico y persisten ejercicio mandibular. Una pregunta silenciosa nos invadía interiormente a todos, ¿Qué hacen estos tipos en Viernes Sí?
Ahí tienen a Carlitos, que sin acomodador ni nada se instaló a la vera de Chuma y de Juanan, como si el tío necesitara escolta, mimetizado entre los Cofrades de más rancio abolengo. Pero la pregunta todavía flotaba en el aire, ¿qué hacen estos tipos en Viernes Sí?
Amigos, y qué decir de Antonio, pues lo mismo. Ahí lo tienen, perfectamente adaptado, como si formara parte del mobiliario de la Domus, más integrado que el llar de la chimenea.
Sólo Rubén parecía estar pensando: "¿Se habrán dado cuenta de que estamos aquí?". Menudo cuajo, miren cómo disimula. Se preguntarán ahora qué pasa con el cuarto intruso, el del vino, bueno, al del vino es que ni lo vi. Por eso apenas hay fotos de este elemento, porque estuvo sin estar, qué arte el de Jósean, y qué cojonudo que estaba su vino. Un vino que, todo hay que decirlo, fue premiado en el concurso de cosecheros del pasado año con el segundo puesto.
Lo cierto es que si ellos quería pasar desapercibidos, nosotros también. Y eso fue precisamente lo que hicimos, disimular, porque hubiese sido muy violento preguntarles que qué hacían en nuestro Refectorio. Así que nos limitamos a liquidar las botellas de Jósean, a cenar bien a gusto y a cultivar el huerto de la amistad.
Mientras alimentábamos nuestros cuerpecitos, íbamos sazonando la velada con mil anécdotas y mil historias con resultados desternillantes.
Sólo en momentos como éste, en el que el Cofrade Javier se queda sin vino, se podía uno permitir el lujo de perder la concentración. Es cierto que de la mayor parte de las historias narradas éramos copartícipes, y que en cualquier caso conocíamos el final, pues son anécdotas mil veces contadas, sin embargo...
Sí amigos, sí, la risa, la risa celebratoria, el verdadero Himno Oficial de la Cuadrilla.
En tiempos tan jodidos como los que se nos han echado encima (y los que se avecinan), esto es lo que nos queda amigos, el cultivo de la amistad y el de la risa. Esto es lo único que nos sigue haciendo ricos, muy ricos, porque no hay patrimonio que valga más que instantes como estos, en los que se comparten las penas y las alegrías.
Es un encuentro cada dos semanas, y apenas dura unas horas. El tiempo compartido es escaso en cantidad, pero muy rico en calidad. Supongo que no hace falta ser un cuadrillero para entender lo que les digo, amigos.
Es un encuentro cada dos semanas, y apenas dura unas horas. El tiempo compartido es escaso en cantidad, pero muy rico en calidad. Supongo que no hace falta ser un cuadrillero para entender lo que les digo, amigos.
Más allá de las bromas, de la risa celebratoria y de algún momento trascendente, lo cierto es que lo pasamos muy bien con nuestros invitados. Y según parece, pues no son gente dada a la doblez, ellos también lo pasaron cojonudamente con nosotros. Vean qué imagen tan magnífica, que revela como pocas la confraternización entre los Cofrades y los Intrusos. Observen cómo Juanan reparte alegría e insufla vida en la copa de Jósean, como en la Creación de Adán, sólo que sin deditos, en este caso con gollete y copa, ¡Divina Ósmosis!
Después llegó el postre, un postre que estuvo a la altura de las grandes ocasiones. Exquisitos bocaditos de nata que sin duda contribuyeron a estilizar nuestras siluetas, y nuestros ya de por sí marcados "cuadraditos abdominales", la mítica tableta.
Después, quizá como consecuencia de la alegría que da el vino, la cámara de fotos empezó a rular. Del rondo se pueden extraer estas imágenes.
Fotografías que se hicieron, como podrán apreciar, con desigual acierto, pero que también merecen su análisis, por que lo tienen, claro que sí.
El curso de fotografía continúo mientras el Cofrade Lavaplatos desarrollaba su labor, una labor que fue criticada por los Intrusos al ser tildada de lenta y poco efectiva. Hay que decirlo así y reprochárselo, porque el Cofrade Lavaplatos no sé merecía semejante trato. Son muchos años ya desempeñando esta labor y...
Como decía, son ya muchos años fregando, qué digo años, décadas, varias décadas ligado a esta ingrata labor, tan digna como necesaria. Sirva como prueba este documento gráfico de las noches pioneras de Viernes Sí. De aquellos tiempos en los que la Cofradía era para nosotros un sueño casi inalcanzable, tiempos en los que apenas podíamos aspirar a ser fámulos del último catecúmeno.
Así se pasó la noche de Viernes Sí, que se anunciaba tranquila y sosegada, como un Oda Horaciana, y acabó corrompida por la irrupción caótica de cuatro intrusos que nos dieron la noche.
Es sabido que este blog lo ven también los niños, ergo, no comment. |
Después, como siempre, bajamos a Azalea y conforme fueron avanzando las horas el surrealismo y el absurdo fueron ganando terreno, tanto en la noche como en todos sus habitantes, hasta hacerse dueños de la situación.
Era una noche ideal para acabar cantando bajo la lluvia, porque esta vez sí, llovía, llovía de verdad. Por lo demás, ustedes ya saben, sin paraguas ni charcos apropiados no podíamos imitar a Gene Kelly ni su mítico I'm singing in the rain.
Además nosotros somos de la EGB, alumnos de Don David, lo nuestro es el francés, amigos. En fin, ustedes ya saben cómo suelen concluir estas noches dionisiacas...
"allons enfants de la patrie, le jour de gloire est arrivé".
Además nosotros somos de la EGB, alumnos de Don David, lo nuestro es el francés, amigos. En fin, ustedes ya saben cómo suelen concluir estas noches dionisiacas...
"allons enfants de la patrie, le jour de gloire est arrivé".
Estáis todos bendecidos, caros amigos.
La Cuadrilla Viernes Sí.
Ummmm! No sabía yo de esa aficción, aunque necesaria del "Cofrade Lavaplatos". ¿Es usted capaz de estarse quieto un ratito ante tan árdua misión? jaajaja. ¿Cuántos años realizando la misma tarea? ¿Cuánto tiempo entre una foto y otra?
ResponderEliminarUn abrazote para toda la cuadrilla, en especial para el lavaplatos!
Reyna.
Hola, Reyna, ¿me preguntas por el tiempo que hay entre una foto y otra? Pues imagina, toda una vida, porque en esa foto tendré tres o cuatro añitos, como mucho. Así que calcula, más de cuarenta años amarrado a la fregadera.
ResponderEliminar¡Terrible, Reyna, terrible!
Saludos cuadrilleros.
Nunca me imaginaba que tendría que poner estas palabras, las veía tan lejanas, pero sí amigos, va pasando el tiempo y a todos nos afecta.
ResponderEliminarPerdemos la figura, las preciosas melenas, pero como veo los buenos hábitos no y las costumbres tampoco.
Seguir así, da gusto ver los malos ratos que os lleváis.
Un beso de Nuria.