sábado, 16 de junio de 2012

La alternativa del Verso Suelto.

Queridos amigos, hoy quiero empezar pidiendo excusas. Nunca, desde la fundación de este blog, un artículo se publica con tanto retraso. Un auténtico desastre por el que pido disculpas y por el que sé que deberé rendir cuentas ante el consejo de redacción. Podría concluir este primer párrafo con estériles alegatos a ojos del lector. Palabras en demanda de comprensión que lejos de atinar quizá provoquen una mayor irritación entre todos ustedes. Pliegos de descargo que se vuelvan contra mí como afilados búmerans inculpatorios, así, pues, termino y pido de nuevo perdón.

No me acuerdo muy bien del tiempo que hacía, sólo sé que estaba nublado, que hacía calor y que amenazaba tormenta. Se esperaba una buena sardinada para el evento culinario de los Viernes Sí, pero ni siquiera el Cofrade Faustino fue capaz de conseguir esas sardinas de calidad suprema que tanto gustan a la Cuadrilla en las noches de junio, esas noches que circundan el solsticio de verano e invitan a los intrépidos cuadrilleros a mirar al cielo mientras se chupan los dedos.
Así que tuvimos que tirar de banquillo, ¡Plan B!, a Bretón se le ocurrió que podríamos asar unos pichones de pollo, al fin y al cabo, hacía mucho tiempo que las aves de corral no pasaban por la consulta de la Domus Áurea, y así fue como solventamos la contingencia.

Sin embargo, al entrar en nuestro sacro Refectorio, lo primero que encontramos fue los restos de un banquete de termitas, y es que tenemos dentro unos inquilinos incómodos que pretenden comerse la Domus Áurea entera. La Cuadrilla tomará pronto medidas contundentes. Vamos a dar una semana de plazo a los xilófagos para que abandonen la Domus, de lo contrario se las tendrán que ver con nosotros.

No faltaron las ensaladas que aportaron ese colorido tan vivo y especial de los productos de la huerta.

Bueno, y llegamos al momento climático de la noche. En eso llegó el Verso Suelto, del que se esperaba mayor puntualidad. Su retraso fue amonestado por el Cosejo de Cofrades. El bisoño catecúmeno apenas podía articular palabra en busca de argumentos con los que justificar su retraso. Fue entonces cuando se le propuso dar un primer salto cualitativo dentro del escalafón cuadrillero, tomar responsabilidades , hacerle saltar al albero y ponerle cara a cara con los astados. El niño ni lo dudó, como un maletilla de posguerra, lejos de acobardarse se creció, parecía estar ansioso por demostrar su valor. Pero, ¿qué es lo que ocurrió?


Aquí tienen a su padrino, el Cofrade Juanan, que le cedió los trastos de matar, es decir, la parrilla y los pichones, y al Maestro, el Cofrade Bretón, con el que además el neófito asador pretende tener vínculos familiares por razón de una sobrina soltera, de ahí que lo llame "el tito Agustín".

No le tembló el pulso a nuestro Verso Suelto, dio vado al vino que le quedaba en la copa y con la resolución de un infante napoleónico por los pastos de Austerlitz agarró la parrilla y saltó al ruedo. ¿Qué es lo que ocurrió? Ocurrió lo inesperado, y es que Juan nos dejó a todos pasmados. Lo cierto es que muchos de nosotros pensábamos que era una decisión precipitada, ¿no estaremos poniendo a Juanito a los pies de los caballos?, nos preguntábamos silenciosamente. Sin embargo, nada de eso, caros amigos, nada de eso, observen, observen:
Es verdad que al sentirse vigilado dio algunos pases poco académicos, pero lo cierto es que nos dejó a todos boquiabiertos por su magnífica desenvoltura con la parrilla, ese giro, ese desmuñeque, esa manera de poner la cadera para introducir de nuevo la parrilla sobre las ascuas, en fin, toda una demostración, qué alarde, amigos. Bien es cierto que su Maestro, el Cofrade Bretón, puso infinidad de objeciones: "estira bien ese brazo", "gira más deprisa", "si fueran chuletas, no quedarían ni la mitad", "se te ve el calzoncillo", etc. Sin embargo, el aguerrido discípulo acataba los consejos y las amonestaciones con la entereza de un recluta, ¡¡qué grande nuestro Verso Suelto, qué grande Juan!!
El resultado final es éste que ven:
"La clave para asar bien los pichones es dar vueltas; muchas vueltas, para que se ase por dentro y no se queme la superficie". Así se lo expresaron, con amabilidad, su padrino, el Cofrade Juanan, y no tan amablemente el Maestro, que parecía alojado en el Tendido 7 de Las Ventas.

Las aves de corral pasaron de la parrilla a la mítica Bandeja de los Cosques, donde fueron degustadas con el aliño creado por el Cofrade Bretón; un ungüento a modo de ajoaceite.

Poco a poco, conforme se vaciaban las botellas y se alentaban las conversaciones, la Bandeja de los Cosques fue perdiendo carga. Observen a la izquierda de la imagen el ajoaceite con el que adornábamos de sabores la carne, también nuestro aliento quedó divinamente adornado. Así nos lo hicieron saber horas después en el Azalea algunas personas de confianza con las que intercambiamos saludo. Saludo y poco más, pues no les dolieron prendas en decirnos que daba por saco hablar con nosotros y que tirábamos para atrás al abrir la boca.

Y así hasta que desparecieron todos los polluelos. Sin embargo, la noche era calurosa y había que apagar la sed. Para ello, nada mejor que el vino, el vino fresquito, ese divino néctar eucarístico que nos acompañó durante toda la cena, desde los entrantes hasta el postre.

Y llegó el momento de los postres y el turno de la fruta estrella del Refectorio, la piña. Y en eso, cuando la atmósfera del Refectorio parecía mecida por un soplo de tranquilidad, apareció Nuria, oportuna como la sombra de una higuera, para obsequiarnos con otra de sus grandes perlas culinarias. Una tarta de cerezas adornada con un toque entre naif y kisch que hizo las delicias de los Cofrades. Delicioso bizcocho de una textura esponjosa, cuya descripción merecería una separata de cincuenta páginas en esta crónica. Pero como no quiero hacer sufrir a los lectores, doy por zanjado el asunto aquí, con este brindis que sigue abajo y que surgió espontáneamente tras liquidar la tarta.
Gracias, Nuria. ¿No has pensado alguna vez en dedicarte de modo exclusivo a la repostería y pastelería? La Cuadrilla te anima a que lo hagas y agradece infinitamente tu generosidad y tus dotes para endulzar las noches dionisiacas de Viernes Sí.
Nuria, no sé cómo te las ingenias, pero tus postres siempre acaban igual.

Ah, claro, olvidaba algo a propósito del Verso Suelto, lo cierto es que fue tomar la alternativa, triunfar y crecerse como un bizcocho de Nuria, como si la levadura le diera alas, lo encumbrara y moviera a enfrentarse dialécticamente con otros Cofrades, pero ojo, nunca contra Bretón, su instructor y Maestro. Bastaba que el tito Agustín defendiera las tuberías macizas, para que él, cual fiel Acates, hiciera una encendida defensa del producto (vean la foto). Sí, amigos, sí, había nacido una relación especial entre Maestro y alumno.
Se habló por ejemplo de las bondades de la leche con sopas, humilde manjar del que nuestro Verso Suelta ni siquiera había oído hablar, y oigan, ahí lo tenían, defendiendo a ultranza la vuelta de la leche con sopas a nuestra dieta. 
Hay que decir que faltó el Cofrade de los Mil Títulos, Javi, por lo que me vi obligado a encender el calentador yo solo, vendido por completo a mi suerte. Tienes que saber, Javi, que logré encenderlo a la primera, pero mentiría si te dijera que no me tembló el pulso. Por momentos sentí de cerca la posibilidad de verme cual Yuri Gagarin orbitando la Tierra.
Así pusimos fin a una noche más en el Refectorio, la del primer Viernes Sí de junio. Al salir el cielo seguía nublado, sin embargo nada nos impidió contemplar las estrellas. "Mira, Juan", le dijo Cofrade Bretón, "allí está Cassiopea, más a la derecha, la Corona Boreal y justo en frente, pasando la gasolinera, la Osa Mayor". Pero en ese momento Juan estaba allí arriba, con las estrellas, henchido por halagos y levitando como consecuencia de la ingravidez selenita del Cerro de San Cristóbal.
El Verso Suelto apenas acertaba a pronunciar palabras de agradecimiento en las que, sobre todo, ensalzaba nuestra sabiduría y nuestro conocimiento de la Enciclopedia. Si bien, la euforia le llevó al exceso, y fue amonestado cuando dijo que parecíamos de la CÁTEDRA. "No, Juan, no, la CÁTEDRA es otra categoría, ELLOS viven en el Paraninfo, meditan la mayor parte del tiempo, se hacen preguntas de orden metafísico y son capaces de alternar por los bares y mantener al mismo tiempo conversaciones peripatéticas, por lo que, querido Verso Suelto, no vuelvas a compararnos con Sus Eminencias o te verás de nuevo obligado a tomar la alternativa". A lo que Juan guardó silencio, detuvo su levitación, pisó tierra y sonrió. Para saber más de la CÁTEDRA ver aquí y aquí.
Seguidamente bajamos a Azalea, hay que significar que aunque no existen documentos gráficos, nuestro catecúmeno bajó al pueblo en el vehículo de Bretón, indicio que vino a reforzar la alianza entre Maestro y Alumno aventajado.
Después llegó la acampada, la conversación, en la que de nuevo se trató el tema de la triunfal alternativa en un ambiente de alegría desatada. Sin embargo, el Cofrade Juanan, a la sazón Padrino de Juanito, trató de poner algo de mesura entre tanta euforia. Dejó claro que el camino no había hecho más que empezar, matizó que sólo se trataba de una alternativa sin picadores; insinuando que seguíamos estando más cerca de la becerrada que de la novillada. Así, los ánimos se fueron calmando, y más aún cuando, bien entrada la madrugada, otro Cofrade propuso la idea de exigir el nivel B-1 de Lengua Francesa de la Escuela Oficial de Idiomas para acceder a la Cuadrilla, pues es de sobra sabida nuestra inclinación por el idioma de Diderot, Motesquieu y D'Alambert.
Fue en ese momento amigos, cuando nuestro Verso Suelto, herido en su fuero interno y huérfano de Maestro (su tito Agustín hacía más de cuatro horas que se había ido a casa) dio un puñetazo en la mesa y entonó los primeros versos de La Marsellesa, y lo hizo con un exquisito acento provenzal, más suelto y resuelto que nunca, demostrando estar muy por encima del B-1 de la EOI:

Allons enfants de la Patrie, le jour de gloire est arrivé...

Después, como durante casi toda la noche, sonó la Carcajada, el Himno Oficial de la Cuadrilla, y pedimos otra ronda para celebrarlo.

Estáis todos bendecidos, caros amigos.