sábado, 12 de marzo de 2011

En el café de Rick y La Marsellesa

Vamos a ubicarnos, estamos en Casablanca, ciudad dependiente del protectorado francés de Marruecos, sometido al régimen colaboracionista de Vichy (gobierno títere de los nazis), eso explica que haya alemanes por ahí. Son los primeros años cuarenta, en plena guerra mundial, y estamos en el Café de Rick, un americano irónico y descastado, que interpreta el gran Humphrey Bogart. Victor Laszlo (Paul Henreid), anda agobiado porque necesita un visado para huir a América junto a su mujer, la bella Ilsa, que no es otra que Ingrid Bergman.
La cuestión es que Rick tiene dos visados, y en un momento dado Laszlo sube a la oficina y le pide ayuda, pero Rick, resentido, y quizá movido por su deseo de mantener a su lado a Ilsa, se hace el longuis.
Ilsa y Rick estuvieron enrollados en Paris poco antes de la ocupación alemana, y cuando pasados dos años se reencuentran, el amor renace, aunque con ciertas asperezas y reproches. Rick nunca entendió por qué Ilsa lo había abandonado. Más tarde se aclarará todo, y esas asperezas quedarán limadas, pero vayamos ahora al meollo del asunto.
Y en esto que abajo, en el bar, los alemanes se han hecho los amos del piano de Sam y suenan canciones patrióticas alemanas, El guardia sobre el río Rihn, y a Laszlo, que pertenece a la resistencia checa, esto sí que le toca los cojones. Así que se arma de valor, se olvida de la discusión con Rick, se va hacia la orquesta y les dice de modo imperante, así, con un par: "toquen La Marsellesa", y claro, los músicos acojonaos, porque se puede armar la de dios es cristo. Imaginad, interrumpir a los alemanes, con las pipas encima y todo eso. Lo lógico era tenerles respeto, en aquel tiempo si les molestabas te descerrajan un tiro, y aquí paz y después gloria. Y en esto que algunos de los músicos miran hacia arriba, buscando la anuencia de Rick. Y entonces el bueno de Rick, hace lo que todo espectador de bien espera que haga, y va el tío y asiente, “que sí, que la toquéis, que le den por culo a todo”. Porque Rick está de vuelta de todo y porque es un tipo duro, más duro que el copón, y asiente porque de alguna manera también es de la resistencia, y porque además tiene mucha clase, sobre todo cuando fuma y porque los trajes le sienta de puta madre, mejor que a nadie. Y no digo nada de ese pedazo de gomina con la que se atusa el pelo, en fin, a lo que iba, Rick asiente y entonces cantan lo que nosotros (a saber, Juanantonio y servidor, Muro) cantamos cuando nos perfumamos con las "colonias" de Ramón.



Al final a Rick le cierran el garito (no por fumar dentro ni por impagos a la SGAE, sino por el asuntillo de las canciones). Pero creo que a nuestro amigo, el bueno de Rick, le importa más bien poco, menuda clase que gasta el tío.
En fin, como diría Joseignacio, el quinto Beatle, nacido en la Ciudad de las Luces, "siempre nos quedará París".
 

1 comentario:

  1. jejejeje, esta bien pero mejor deve de ser oirosla a vosotros.
    menuda banda

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