domingo, 6 de marzo de 2011

Aves de corral

Sí, amigos, sí, comimos pollo, ¿qué pasa? Estaba bueno, y aunque no nos creáis lo disfrutamos. Sí, ya sé que los detractores del pollo dirán que las caras de los comensales no brillan como en la noche de los chuletones, y es verdad, también otros dirán que el reportaje gráfico no está a la altura de otros, y todo ello es cierto, y llevan razón.
Pero las brasas de los sarmientos atesoran propiedades verdaderamente milagrosas, no en vano, esas secas y anudadas ramas, han soportado el peso del las uvas y las han nutrido. Dios les ha dado esa Gracia, y después de muertas, cual Cid Campeador, siguen comprometidas con la Humanidad. O sea, vale que no sean chuletones, pero nada de Kentucky Fried Chicken, porque el nuestro es asadito y al amor del sarmiento.














Como verán en la imagen, parece un milagro, segundos después de ser servidas las alitas vuelan literalmente de la bandeja. Deliciosas, sazonadas, también con ajonesa, ajoaceite, y salsas similares que producen, entre otros muchos efectos secundarios, halitosis transitoria jubilar. Como verán, y para que todo no sea ave, no faltó la panceta. Observen por favor el dorado que adquiere la alita con la brasa del sarmiento. ¡¡¡No se imaginan, cómo sabe!!!














No faltan las ensaladas. Sí, ya sabemos que nuestros detractores hablarán del deterioro de nuestra vajilla. Señoras y Señores, esos cosques son leyenda. El tomatito y la cebolla maridan en la cuna con el aceite, toda una sinfonía de color y sabor. La cebolla además contribuye a dar un toque especial a la halitosis transitoria jubilar.
















Conversación al amor de la lumbre. Según la Agencia Estatal de Meteorología, había riesgo de nevadas a menos de cuatro cientos metros, pero el microclima de la bodega hace que cada Viernes Sí sea un eterno verano.
Aprecien, queridos visitantes, unos momentos cotidianos de la cena en el que la conversación transcurría con fluidez, gracias, cómo no, al vino, néctar al que honramos y rendimos pleitesía. Las copas se llenan y las botellas, relojes de arena (como dice Juanantonio), se vacían. El tiempo pasa, llega la medianoche, comienza el sábado, nieva en las cumbres, etc., pero a nosotros todo eso nos trae al pairo. Abre otra botella.













Foto compleja, no fue fácil que todos entráramos en plano, no sé muy bien si por el melocotón en almíbar de los postres, o por el melocotón sin almíbar que alguno llevaba ya. Las botellas vacías delatan el paso del tiempo. Nota. Los ojos rojos son por el flash, y esto va por los detractores del blog. ¿Que por qué Juanantonio no tiene los ojos rojos? Eso sí que es un misterio, queridos amigos.













Alguno tiene que fregar, ¿no? Esta vez le tocó a Muro, por llegar tarde. Así es la disciplina marcial con la que se rige la convivencia de la Cuadrilla de los Viernes. En silencio y con contrición se aplica con el estropajo y el mistol.














Muro, ¡¡¡¡que se te ve el cartón!!!!













Gracias, Javi, por ese pedazo de zoom. Bueno, a lo que iba. Observen cómo Muro aplica la medida exacta de friegasuelos sobre el cubo de la fregona. La técnica entedemos que es extraña, pero son exactamente... varios tapones.
Minutos después, el suelo se convierte en un espejo.













Bueno, nos despedimos ya por este viernes, pero antes de cerrar queremos mostraros esta magnífica foto que hizo José Ignacio (el quinto Beatle) de nuestra querida Gertrudis, la araña de la bodega, nuestro animal de compañía. Getrudis cría telarañas entre las botellas, las viste como para una boda, con la distinción que da el paso del tiempo y creando una atmósfera propicia. Gracias, Gertru, te queremos.

Estáis todos bendecidos.

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