Pero primero, y pido ya disculpas por este largo preámbulo, como siempre, el tiempo:
- Jornada luminosa en los primeros compases del día, posteriormente con nubosidad de evolución diurna en la Ibérica, e intervalos de nubes medias y altas al final del día en toda la La Rioja, incluida, por supuesto, Villamediana. Temperaturas máximas en moderado ascenso y vientos flojos de dirección variable. Lógicamente, cuando los Cofrades llegaban a la Domus Áurea, hacía frío, pero en cualquier caso, ya saben que el interior de nuestro Refectorio pervive una eterna primavera.
Entrando ya en el capítulo que corresponde a la cena, hay que decir que aunque hubo notables bajas, la Cuadrilla estuvo bien representada. No faltaron los más clásicos, "los rubitos" (Javi y Juanan), que hacen bueno el dicho cuadrillero de: "da gusto que haya comida abundante para que nos llegue justito y no sobre nada". Y así fue, porque aunque había comida para ocho, supimos estar a la altura de las circunstacias, comiendo y bebiendo como si de verdad fuéramos ocho. Sabed, Cofrades que faltasteis, que os guardamos ausencia y que vuestros vacantes asientos fueron noble y solidariamente homenajeados en las conversaciones, así como en los platos y en las copas.
Entre esas ausencias estaba el Maestro de las ensaladas, Aitor, aunque no faltó un poquito de vegetal para ungir con nuestro aceite del trujal de Galilea. Qué magníficos untes pegamos después de zamparnos el tomate y la cebolla, no vean qué manera de hacer barquitos. Más que una cena de Cofrades, parecía una Convención de Almirantes.
Antes de nada hay que decir, para que vean que existe la autocrítica dentro de la Cuadrilla, que aunque hubo una intención clara y explícita de bendecir la mesa al comienzo de la cena, ésta no se produjo. No hubo la suficiente paciencia y faltó la debida concentración, ya se sabe que el apetito despista. No obstante, nos lamentamos seriamente por este fallo, lo hacemos aquí público, y expresamos nuestro propósito de enmienda. En la próxima cena no volverá a pasar.
He aquí el "Astacus, astacus", una vez más, en estas fechas de cenas opulentas con mariscos aristocráticos de la mar salados, la Cuadrilla, para dar ejemplo al mundo, le dio vado a una buena tartera (magnífica plalabra) de cangrejos, los humildes crustáceos de agua dulce. Algunos de ellos se asomaron sobre el mirador de la tartera para saludar a los Cofrades y a todos nuestros cibervisitantes.
Sí, amigos, sí. Cocochas con gulas y huevo cocido. Un manjar que introducido en la boca pone al comensal en armonía con el universo.
Disfruten ahora con este delicioso primer plano de las Cocochas que ,como no podía ser de otra manera, aparecen presentadas en el ya mítico plato de duralex, otro de los clásicos de nuestro Refectorio y quizá una de las piezas más representativas de nuestra vajilla, junto a los platos de barro para los chuletones (las Santas Cunas), o la no menos mítica bandeja de los cosques.
Disfruten de esta magnífica panorámica en la que cabe todo, la Cuadrilla, las cocochas, los cangrejos, la ensalada, el duralex y, por supuesto, el vino.
Como en todas las grandes cenas, tenía que haber un gran postre. La Cuadrilla, que no es ajena a los eventos del calendario, quiso celebrar el día de Reyes con un buen roscón. Como todo no podía salir perfecto, afortunadamente, hay que decir que la nata la tuvimos que incluir nosotros al descubrir que el jodido roscón no venía relleno. Recursos no nos faltaron, el caso era cumplir con la tradición.
La tertulia después de la cena es quizá el mejor de los postres. La conversación fluye dulce y amigablemente mientras se terminan esas botellas que se han quedado abiertas al final de la cena, o esas otras que ni siquiera fueron abiertas.
He aquí el primer adelanto de las márcharas. La silla de las bromas, esa silla que siempre ofrecíamos a los invitados más incómodos, y que fue pasto de las llamas. Queda así anulada toda posibilidad de incurrir en la broma pesada.
Foto del Archivo de la Cuadrilla, durante el célebre día de oposiciones. |
Posteriormente, la Cuadrilla se dispersó, quedando el núcleo duro amarrado al duro banco de la barra del bar. Mientras en Logroño se celebraba un festival de cultura contemporánea llamado Actual, a menos de una legua de distancia, los supervivientes de la Cuadrilla se aferraban a la tradición, en fin, ya saben.... "Allons enfants de la patrie, le jour de gloire este arrivé".
De nuevo el francés, la belle langue. Empezamos con el déjà vu y acabamos como casi siempre, con la Marsellaise. Y es que, aunque era el día de Reyes, nos tira más el gorro frigio que la corona.
Y esto es todo, queridos ciberamigos, se acaba aquí la crónica de la primera cena del año. Recuerden que nunca un déjà vu estuvo tan rico ni fue tan celebrado: Cocochas y Cangrejos.
Estáis todos bendecidos, caros amigos.
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