domingo, 1 de julio de 2012

Cena en la bodega de Larri

Queridos amigos que no seguís desde todos los rincones del mundo, el pasado Viernes Sí la Cuadrilla se desplazó a la Bodega de Larri, Bodega de Cristino, una auténtica Plaza de Primera, para lidiar con una de las cenas más sencillas, auténticas y al mismo tiempo deliciosas de las que hemos podido disfrutar en lo que va de año. Y es que el Lehendakari Larri es todo un Maestro de los fogones, al menos en lo tocante a ranchos. 
Después de haber topado con tanto Magisterio a lo largo de tantas cenas, pienso que se debería organizar algún Ciclo de Conferencias, o acaso unos Cursos de Verano, donde podrían impartir docencia el gran Larri, también, claro está, nuestro Perito en Ranchos o, por supuesto, el Dueño de la Alquimia, es decir, el señor Zabala.
Pero, bueno, antes de nada, como siempre, el tiempo:
  • El pasado 22 de junio hizo uno de esos días pesados de calor, un calor canicular sofocante que prohibía el vuelo de los gorriones y hacía más oportuna que nunca la sombra de las higueras. Por la noche, como es lógico refrescó, pero ojo, no refrescó en la calle, sino en la preciosa cueva de Larri, que en este reportaje les vamos a mostrar.

  • Éste era el aspecto del León Dormido. Arriba se ven las luces de Lapoblación, en el límite más occidental de Navarra, y abajo, villa iluminada donde emerge la torre de la iglesia, Oyón, el pueblo de donde es originario Larri, en la provincia de Álava. 
  • Foto dedicada a Larri por su amistad y su generosidad.


La noche prometía y desde unas cuantos horas antes nuestro anfitrión ya se había puesto manos a la obra para preparar el rancho, un racho de cordero. Cuando los primeros Cofrades llegaron a la bodega la Obra Maestra estaba casi culminada. Ahí tienen a Fausti catando el magnífico condumio ante la atenta mirada del artista. 

El resto de la Cuadrilla no se retrasó mucho más. Larri, como buen maestro de ceremonias, nos fue recibiendo uno a uno. 

Como el calor era sofocante y además lo pedía el protocolo, Larri nos bajó a la bodega, allí donde reposan los caldos en temperatura y ambiente ideal. Y así se inicio una interesante charla en torno a la historia de esta bodega y sus premios como criador de cosecheros.
Este es cartel que reza en la entrada de la bodega, de la cueva, en homenaje, claro está, a Cristino Vallejo el fundador de la bodega, hombre trabajador, afable, íntegro, conciliador y risueño, al que recordamos con todo el cariño del mundo en nuestra conversación.

Entre tanto, el bisoño Verso Suelto, más suelto que nunca, quiso dejar sus impresiones en el libro de visitas, una ardua tarea que no había hecho más que empezar.

Hay que tener clase para calzarse un gorro de cocinero como lo hace Larri, con esa naturalidad y espontaneidad consustanciales a su persona. Aquí lo tienen mostrándonos orgulloso el diploma de uno de sus muchos premios.
Preciosa vista de la cueva. La decoración, la luz, el ambiente, todo hace que dentro de esa bodega uno se encuentre en armonía con el universo y resulte imposible no sucumbir al poder seductor del vino. Si bien el alambique ya nos va dando pistas de que además de vino, en este Sagrado Lugar se trasiegan otras bebidas.

He aquí uno de los muchos diplomas que adornan los muros de la cueva. En concreto el que le dio el primer premio en el "V Certamen de vinos. Ciudad de Villamediana de Iregua". A la Cuadrilla de los Viernes lo de "ciudad" no le gusta mucho, pues defendemos la idiosincrasia de Villamediana como pueblo, pero entendemos que la voz "ciudad", además de cierto empaque, da ritmo al nombre del Certamen. A nosotros quizá nos hubiera gustado más "V Certamen de vinos. Villa del Bajo Iregua", quede aquí la propuesta.

Y la charla seguía animada, catábamos los vinos que el generoso anfitrión nos ofrecía mientras se echaba la noche y se acercaba la hora de cenar. Al fondo, el Verso Suelta seguía su particular lid con el libro de visitas.

Arriba, en el comedor, la marmita alojaba toda la ciencia culinaria aplicada por Larri; la ciencia y el cariño. El olor que desprendía nos hizo recordar inevitablemente el experimento de Pavlov. Todo estaba listo y no había ninguna necesidad de seguir esperando, incluso había pasado ya el periodo de reposo que todo buen rancho necesita. De inmediato nuestro amable anfitrión nos dispuso en torno a la mesa y empezó a llenarnos los platos.
Recuperando los buenos hábitos, antes de hincar el diente se bendijo la mesa según la costumbre Cuadrillera, es decir, en castellano y salpimentada con latinajos. Sin embargo, tras el rito eucarístico nos dimos cuenta de que una silla estaba vacía...

Y es que nuestro querido Verso Suelto seguía ahí escribiendo versos, jugando con la rima y el ritmo del lenguaje. Como ven, se quedó frío y tuvo que ponerse la chaqueta. Pero mereció la pena, amigos, qué manera de componer alejandrinos, y es que Juan se descubrió como un verdadero dominador de la Cuaderna Vía. Lo cierto es que la humedad del papel hacía casi imposible la escritura, al menos con nuestro boli.

Con todos lo comensales ya en su puesto se inició la cena, que como no podía ser de otra manera sirvió, además de para saciar el apetito y deleitar nuestros paladares, para alentar la conversación y cultivar la amistad.


Aquí tiene a Alberto el cincuenta por ciento de la iniciativa de esta cena y que como Larri es quinto de la mayor parte de la Cuadrilla, a excepción, claro está, del Verso Suelto. Cuarenta y cinco primaveras nos sustentan, aunque por algunos parece que no pasa el tiempo, como les pasa a Alberto, a Larri o al Cofrade que aparece en primer plano, Juanan, llamado también "el Longevo".

Es curioso cómo estando tan juntitos levantáramos tanto la voz para hablar. Dice la Cordura que es por el vino, nadie lo puede negar. Pero... ¿Acaso el vino produce sordera? ¿O este fenómeno viene tal vez como consecuencia directa de la euforia que producen sus libaciones? Cómo ven, queridos ciberlectores, no somos filósofos como los de la CÁTEDRA, pero a nuestro nivel o nivelito, también nos hacemos preguntas.

Luego llegó el postre, deliciosos pastelitos de nata con cobertura de chocolate crujiente. Tan deliciosos estaban que uno de los Cofrades propuso un brindis por Larri, por la cena magnífica con la que nos obsequió, por el delicioso postre y por los licores con los que dilatamos la tertulia hasta casi las dos de la madrugada.

De izquierda a derecha, orujos de marihuana, fresa, hierbas y limón. Probando el primero, a uno le quedaba un gusto en paladar de auténtica fumada, lo cierto es que tuvo aceptación. El segundo, resultó quizá demasiado dulce. El de hierbas muy bueno, como siempre, sobrio. Y el último, el de limón, fue acusado por todos los asistentes de "alta traición", pues entraba como si fuera una limonada, y para cuando uno se quería dar cuenta el holocausto de neuronas resultaba ya inevitable.

Así terminó una cena excepcional, tanto por la calidad de los platos, como por la calidad humana de los anfitriones. 
Larri, que sepas que la Cuadrilla de los Viernes tiene ya apuntado tu nombre en la lista de ilustres prohombres que dominan el arte de la viticultura y la vinicultura. Algún día te encumbraremos a los altares con una buena cena, ya verás. Una cena a la que por supuesto también está invitado Alberto.

No hay fotos del texto que escribió Juan en versos alejandrinos, pero queda éste que suscribió la Cuadrilla al completo. Tiene mucha menos calidad literaria y carece por completo de rima, pero su mensaje es sentido y auténtico:
Traducción: "La Cuadrilla Viernes Sí brindó aquí por Cristino Vallejo, a su salud y en su memoria, el día en que Larri preparó el más magnífico de todos los ranchos" La Cuadrilla Viernes Sí.
Estáis todos bendecidos, caros amigos.

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