jueves, 19 de julio de 2012

Pechuga, clarete, publicidad y locura.

Queridos amigos que nos seguís desde todos los rincones del mundo, Escandinavia, Asia Central y Golfo Pérsico y antigua Ceilán, muchas gracias por vuestra paciencia y fidelidad. Por primera vez en la historia de este Blog el relato de una cena está a punto de solaparse con el de la siguiente. Poco ha faltado para que las crónicas de nuestros Viernes Sí se imbricaran como las escamas de un besugo. Por fortuna, aunque sólo sea por un día, esto no ha ocurrido. 
Han pasado tantos días desde la cena de autos que casi no recuerdo el tiempo que hacía. Es cierto que hubo durante toda la jornada nubosidad variable de intensidad diurna, acompañada por un viento del norte que suavizó las temperaturas hasta quebrantar los límites de la comodidad, por no decir de lo esperable, pues últimamente la gente ya no espera nada, ni de los políticos ni del tiempo.
Sin embargo, como bien sabéis, queridos amigos, en la Domus Áurea, siempre es primavera. Qué magnífico microclima el de nuestro Refectorio.

He aquí el verdadero culpable de la otra crisis que padecimos el último Viernes Sí, la crisis de enajenación mental que afectó a una buena parte de la Cuadrilla, el clarete. Un clarete de San Asensio.

Una vez que las rosadas botellas estuvieron a la vista, los Cofrades quedaron cautivados, parecía que les estuviera mirando una cobra; no iban desencaminados (menuda mordedura). Se decidió que había que liquidarlas de acuerdo a determinados protocolos, y uno de ellos, quizá el más importante, es el de la correcta temperatura. La Cuadrilla se las ingenió en seguida para enfriar el peligroso néctar. Aprovechen también para tomar nota sobre este sencillo truco doméstico puesto en práctica por los Cofrades. ¿Cuántas veces se han preguntado ustedes para qué sirve una garrafa de agua?, pues bien, aquí tienen la respuesta, ¡¡para enfriar el vino!! Se decapita la garrafa y se introducen las botellas con hielo. Posteriormente se añade el agua. El resultado es este que ven.
Seducidos por el color del clarete y por la sensación refrescante que transmitían las botellas en esa improvisada cubitera, empezaron a circular las copas.

Copas refrescantes y de traicionera alegría. Es verdad que con las libaciones una suerte de regocijo alienante nos invadió a todos, como si en ese fluido riojalteño hubiera restos de ácido lisérgico, mais quelle follie!!, amigos.

Y hablando de claretes y de ácidos, adivinen quién apareció por el enrejado de nuestra ventana. Adivinen quién quiso pelar la pava con el clarete a través de nuestro costumbrista enrejado, sí amigos, sí, el mismísimo Verso Suelto, que tocado por el Don de la oportunidad se plantó en la Domus en el preciso momento en que se llenaban las copas y se destapaban las tarteras.
Le tocaba la cena a Paco Levita, a la mismísima Cordura, y todos esperábamos el sonido de las tarteras, no nos decepcionó. Queridos amigos, he aquí el plato estrella de nuestro último menú, pechugas. La contemplación de esta magnífica vista nos convirtió a todos en personajes proustianos, y rápidamente, por evocación automática y no exenta de frívolos paralelismos, acabamos recordando a la dama que habitó en Laurel, auténtica musa inspiradora y ancla de nuestros más divertidos recuerdos adolescentes (ver primer texto del blog).
Momento en que la Cuadrilla se puso en busca del tiempo perdido. La bisoñez del Verso Suelto y de Carlos les impidió entender plenamente el júbilo por nuestras evocaciones.
Por cierto, que Carlos entró al Refectorio de la Domus para saludarnos y para comunicarnos que el próximo Viernes Sí iba a ser en el Círculo Logroñés, cuyos fogones amaestra desde hace ya unos meses. Así que una vez más, la Cuadrilla bajará a la capital en busca de aventuras. Un saludo agradecido para el gran Zabala, el Dueño de la Alquimia.
Y con la pechuga en el plato (y en la mente) y la hogaza de pan hecha rebanadas, comenzamos la  cena, previa bendición, por supuesto. Una bendición un tanto distraída, hay que reconocerlo, pues el poder rememorativo de las pechugas provocó cierta laxitud en el recato y el recogimiento propios de una ceremonia de acción de gracias; y en este sentido reconocemos nuestra culpa. Si a los que roban a espuertas no les pasa nada y se quedan con la pasta, esperamos que nuestra pequeña mácula quede limpia con el propósito de enmienda y el contrito rezo de tres avemarías.
Y comenzó la tertulia, y las copas de vino se fueron vaciando sin darnos cuenta, y sin percibir todavía el efecto del rosado néctar. Estaba tan fresquito por los maravillosos efectos de la improvisada cubitera, entraba tan bien, tan fluidamente, que algunos Cofrades incluso compararon el contenido de las botellas con limonada; craso error.
Sin embargo, a pesar de la tranquilidad, algo estaba empezando a cuajarse en nuetros estómagos y en nuestras atormentadas cabezas. De pronto al Verso Suelto se le puso este rictus, el ácido empezaba a hacer estragos. ¿Es posible que la gente de San Asensio se haya vuelto tan majara como para arrojar tripis a las cubas de clarete? No lo sabemos, lo cierto es que hasta pasados tres cuartos de hora el bueno de Juan no recupero su gesto natural.
Por cierto, deliciosa ensaladilla rusa como segundo plato. Una ensaladilla que llegó en auxilio del clarete para refrescar el calentón de las pechugas.
Cuando la conversación ya estaba a punto de despeñarse como un porteador negro en una película de Tarzán por el terraplén de la crisis, llegó, como si de una revelación mística se tratara, un flan de café que provocó la tregua en la discusión e incluso endulzó nuestros discursos y sentencias. 
Sin embargo, la final la crisis acabó flotando en el ambiente como una pavesa de sarmiento recién quemado. Y es que no había una vajilla adecuada para dar la vuelta a ese delicioso flan. Menos mal que la necesidad provoca agudeza de ingenio, y de inmediato el Cofrade de los Mil Títulos dio con la solución:
Sí, amigos, sí. A esto nos ha llevado la burbuja inmobiliaria, la codicia, el afán de lucro, Lehman Brothers y Bankia, a comer flan en una sartén. ¡¡¡Qué bueno estaba!!!
Aquí está la demostración palmaria de que lo importante es el contenido y no el continente. Qué magistral lección de los Cofrades. 
Y así, a pesar de la elevada prima de riesgo o incluso ajenos a ella, nos relajamos a cucharazo limpio, endulzando nuestros paladares y lamentando la falta de más clarete. Menos mal que nunca falta el tinto en el Refectorio de la Domus.
A la hora de recoger algo empezaba ya a fallar en nuestra dicción. Algunos Cofrades abrían oraciones subordinadas en su discurso que nunca más cerraban, olvidándose por completo de volver a la oración principal. La conjugaciones verbales se empezaron a alterar de tal manera que no sabíamos muy bien si hablábamos del futuro o del pasado. Por si fuera poco, en contra de lo esperado empezamos a usar correctamente el subjuntivo en lugar del condicional, y así sucesivamente. Pero la prueba determinante fue ésta que ven, pues el Cofrade Juanan fue incapaz de atinar con el friegasuelos en el tapón. La botella entera se fue al cubo de la fregona mientras Juanan intentaba atinar cerrando un ojo, incluso cerrando los dos, pero ni aun así.

Lo que ocurrió después, ya se lo pueden imaginar, pues no es la primera vez que pasa. Se baja al Azalea, rulan las birras, las copas y la cámara de fotos. De inmediato la cámara se hace itinerante y pasa de mano en mano y comienza el taller de fotografía.
He aquí algunas de las muestras que sirven para introducir la publicidad en el Blog, ¿adónde nos quiere llevar el Consejo de Redacción? ¿Es este un primer paso hacia la privatización de Viernes Sí? En fin, esperemos que no.

A este arriesgado autorretrato sobre la cobra del grifo de caña, siguieron otras fotos que anunciaban ya un mayor desfase. Fotos que nunca deberían colgarse pero que desde instancias superiores nos ordenan publicar.
Bueno, y a estas fotos siguieron otras que la Cuadrilla se ha negado en redondo a publicar. Ellos, los del Consejo de Redacción, dicen que es para sensibilizar a la gente sobre las consecuencias del consumo del alcohol, pero no les creemos, sabemos que con estas reformas pergeñan un plan codicioso ajeno por completo a nuestra ética.
El caso es que fueron pasando las horas y las rondas y las risas y oye, que el suelo se pone de pie.
El alba amenazaba con su inminente llegada y los pajaritos hacía ya un rato que se estaban poniendo pesados, cuando los dos últimos cofrades se dedicaron a buscar a la banda de música.
Y en esto que por allí apareció Basi que hizo las veces de director y... en fin, amigos, ustedes ya saben: "Allons enfants de la Patrie, le jour de gloire est arrivé".

Bueno, acababa así una noche más de Viernes Sí, una noche de pechugas, de clarete, de publicidad y de verdadera locura. La locura del clarete lisérgico de San Asensio. Y es que no vamos a aprender en la vida. Mientras dábamos vado a las botellas nos acordamos de las sabias palabras de la CÁTEDRA (dejamos claro que decir "sabias palabras" en boca de la CÁTEDRA es una redundancia), cuando nos decían que la segunda fermentación de este endiablado vino se la curra el estómago del bebedor, y que por lo general también es más dañino neuronalmente hablando que el tinto.
En fin, CÁTEDRA DIXIT, ergo nos quitamos el sombrero.
Terminamos ya, por primera vez y sin que sirva de precedente la crónica concluye como empezó, formando un bucle. Por cierto, magnífica voz de origen francés que puede traducirse como rizo o vuelta, precisamente por eso, porque aunque queramos rizar el rizo, estamos ya de vuelta de todo.

Estáis todos bendecidos, caros amigos.

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