domingo, 23 de septiembre de 2012

Fiestas al sarmiento

Queridos amigos que nos seguís desde todos los rincones del mundo, ante la avalancha de correos electrónicos sólo podemos decir esto: "no se asusten, que no cunda el pánico". Nos han llegado mensajes hasta de América Central preguntándonos que qué había pasado para no publicar crónica de la cena de 14 de septiembre. Es verdad, al salir a la luz la noticia del domingo sobre la degustación de panceta de la ORB, algunos amigos que nos siguen desde el otro lado del charco temieron que acaso la Cuadrilla de los Viernes había suspendido la cena, o que incluso tal vez se había proclamado el Ayuno Cofraternal, liturgia extraña que en nuestros estatutos aparece contemplada sólo para los días en los que, siendo Viernes Sí, se produzca al mismo tiempo eclipse de sol y de luna.
Sin embargo, no es la primera vez que una jornada popular rompe el orden cronológico de los acontecimientos. Así pues, aquí va nuestro mensaje tranquilizador con la crónica de la cena que, como verán, estuvo en las antípodas del ayuno.

Eran fiestas de Santa Eufemia y habíamos quedado en plaza para echar unos vinos antes de cenar. Lo cierto es que ni siquiera en la época de la telefonía móvil la Cuadrilla es capaz de juntarse a una hora en un lugar. No se ha inventado todavía el smart phone ni el whatsapp que sea capaz de poner orden en este Ejército de Pacho Villa que es la Cuadrilla de los Viernes.

Pero lo que los terminales móviles de última generación no son capaces de conseguir, sí que lo logra la Domus, esa especie de Madre Nutricia de la Cuadrilla a cuya silenciosa y puntual llamada acuden siempre prestos los Cofrades.

No, no es el Mirador de la Bahía, la Domus Áurea está dos estratos por debajo, pero el marco sigue siendo incomparable. La temperatura también acompañó, así que todo parecía propicio para echar un vaso o dos mientras el fuego purificador asaba las viandas.

Pero como bien saben los expertos, primero, para evitar nefandas mezclas de sabor, había que liberar a las parrillas del gusto que se les pudo adherir durante su último uso, de lo contrario, el riesgo de que las chuletillas supieran por ejemplo a sardina era elevado o muy elevado.

He aquí la barbacoa más sencilla y a la vez más sofisticada del mundo, sólo hay que tirar una gavilla de sarmientos al suelo y someterla al fuego.

Y de esta divina combustión nace la energía que dará color y sabor a las chuletillas, a la careta, a la panceta y al choricillo. Es magnífico, ¿no?

Pero no solo es energía lo que despide la combustión de los sarmientos, también está el perfume, ese humo embelesador que aromatiza la ladera norte del Cerro de San Cristóbal en los días de fiesta.

La clave para un buen asado es dar muchas vueltas, para lograr así que la carne se haga bien y evitar también que se queme por la parte exterior. Para ello, en la Cuadrilla funciona perfectamente la cadena de mando; tal vez esta foto revele bien a las claras lo que trato de expresar. 

El resultado es este que ven. Paso de entrar en detalles, que para eso están las imágenes. Reconocerán que no está nada mal, ¿verdad?
Ni que decir tiene que nos lo zampamos todo, además con cierta presteza, tanto es así que el Verso Suelto, que fue impuntual (ojo, trajo justificante), tuvo que andarse listo para no acabar insatisfecho. Después... lo de siempre, hubo tertulia, bajamos a la verbena, intentamos infructuosamente sacar a bailar a alguna moza, especialmente a la hora del pasodoble, pero no hubo nada que hacer. Así que, cautivos y desarmados, cruzamos el umbral del Azalea donde por fin hallamos refugio y posada. El resto ya lo deben saber.

Allons enfants de la Patrie, le jour de gloire est arrivé

Estáis todos bendecidos, caros amigos.

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