jueves, 29 de noviembre de 2012

Apología y petición

Queridos amigos que nos seguís desde todos los rincones del mundo, bienvenidos a una nueva edición de nuestro Blog. Esperamos que el relato de esta crónica no les decepcione, aunque ya les adelanto que ha sido escrito con un dejo de pesadumbre, desde el pesimismo y la decepción. Pero, no, no se asusten, no crean que se suspendió la cena ni mucho menos. Hubo evento, si bien es verdad que la digestión se obró al abrigo de la crisis, con discursos que atizaron la polémica y con unos argumentos que acabaron despeñándose por la quebradas del despilfarro, la especulación, la avaricia, la mala gestión, etc.

Lo cierto es que cenamos lomo rebozado con boletus, y champiñones con nata, todo ello exquisito y bien regadito con vino. Para postre tuvimos una buena ración de tarta, una tarta que como podrán ustedes suponer era de naturaleza industrial, la favorita de la Cuadrilla, rica en grasas saturadas y harinas refinadas, que por supuesto hizo las delicias de los Cofrades

Concluida la cena, el debate seguía en pie. Se abrió una tregua de varios minutos en la que pasamos a hablar de uno de los personajes míticos de Villamediana, Paco Tronera, algo que dio pie a un discreto catálogo de anécdotas, en el que no faltaron ni su bicicleta ni su enorme radiocasete al cuello. Pero al final, también Tronera acabó siendo fagocitado por la crisis que gobernaba nuestra conversación. Pobre Paco Tronera, la ley del suelo, la especulación, el tráfico de influecias, la burbuja inmobiliaria y las acciones preferentes lo apartaron de nuestro camino conversacional, arrojándolo a la cuneta mientras nosotros nos adentrábamos de nuevo en el debate, en la sesuda discusión, en la melonada estéril que no fue a ninguna parte, bueno, miento, acabó en el Bar Montecarlo, con Maya, y después en el Azalea, donde no hubo ninguna sorpresa.

Pero, ¿cómo nos pudo pasar algo así?, ¿cómo es posible que siendo amantes del cabotaje dejáramos que nuestra nave se adentrara por la inestable e inmensa llanura de la alta mar? ¿Acaso entre los boletus había algún mongui? Sólo así se podría explicar lo ocurrido. Al fin y al cabo, todo el mundo sabe que una buena crisis provoca más viajes que una carretilla de tripis, y a las pruebas nos remitimos. La gente abandona en masa este trozo de planeta llamado España en busca de un futuro mejor, o simplemente en busca de un futuro. Sin embargo, el Cofrade Pedro, encargado de preparar la cena, nos aseguró que no había nada alucinógeno entre los filetes de lomo rebozado, que sólo había boletus y nada más que boletus.

Lo cierto es que, con viaje o sin él, nos dimos una vuelta por esos inestables mares de la opinión, y lo hicimos sin rémoras que nos contuviesen, como si navegáramos en el bajel pirata de Espronceda. Así, viento en popa a toda vela,  asaltamos y tomamos al abordaje asuntos como la corrupción, la justicia gangrenada y la política en descomposición, explosivo cóctel del que nació una conclusión muy  shakespeariana: "algo huele a podrido en Dinamarca". Bueno, pero tampoco vamos a comparar  a Hamlet con Urdangarín, sin embargo las intrigas, el espionaje, la traición y la corrupción siguen teniendo vigencia en la mayor parte de los gobiernos, y los Borbones tampoco se libran. ¡Que no se salve nadie!, exclamaron los Cofrades. Menuda banda de cómicos, recortan en enseñanza y nos cuentan que es para forjar una educación pública cada vez más fuerte y más plural, recortan en sanidad y privatizan su gestión para garantizar su calidad y universalidad, y más de lo mismo con la justicia, introduciendo el pago de tasas por lo visto en aras de la igualdad. En fin, ya lo dijo Evaristo, mítico cantante de la Polla Records, "si esto es vivir en serio, preferimos hacer el indio".

Pero sigamos navegando por las procelosas y malolientes aguas de la política, qué decir de los que durante ocho años gobernaron y contemplaron ante sus narices cómo crecía la burbuja. Madre mía, ¿cómo se puede tener tanta cara de salir ahora hablando de apoyo a los desahuciados? Y llegará el 1º de Mayo y cantarán La Internacional, eso sí, sin renunciar a ninguna de sus prebendas. Pero lo peor de todo, más allá de todas esos privilegios de los que gozan (dietas vergonzosas, tratos preferenciales, vuelos en primera, tecnología gratuita, etc.), es su falta de credibilidad, ahora Jekyll, ahora Mr. Hyde, ahora sí, ahora no, ahora llueve, ahora no llueve. Pero, ¿dónde está el nivel de nuestros políticos? ¿Qué fue de la sincera vocación de los servidores públicos? Da la impresión de que se han acostumbrado a vivir en el escenario, han comprobado que a pesar de su mediocridad dan perfectamente el pego y han conseguido que el teatro de la política sea algo más que una simple metáfora para convertirse en un hallazgo conceptual con significado exclusivo y propio; purita dramaturgia, y de la mala además. El perfil es tan bajo que la retórica, el arte de persuadir mediante la palabra, se ha visto desplazada de los parlamentos por la zafiedad, el insulto  y el decibelímetro, según el cual lleva razón el que más levanta la voz, el que más patalea y el que posee la risa más estridente. Qué espectáculo amigos, "pasen y vean, disfruten con el esperpento". Y otra vez me viene a la mente la sentencia de ese gran filósofo llamado Evaristo, "si esto es vivir en serio, preferimos hacer el indio".

Como almas en pena, transparentes, así nos llegamos a ver durante la tertulia del pasado Viernes Sí. Reflejados en un espejo deformante como el del Callejón del Gato, donde Valle Inclán creó y expresó su teoría del esperpento en boca del coherente y quijotesco Max Estrella, un hombre de naturaleza noble condenado a morir; otro desahuciado, otro defenestrado. Menudo esperpento el que estamos viviendo, el que tan grotesca y trapaceramente consumimos cada día desde la platea de nuestras casas a través de la prensa, la radio y la televisión;"pasen y vean, disfruten con el esperpento". 

Y así se fue pasando la sobremesa y su tertulia, que nos confirmó a todos como sujetos escépticos y pesimistas; he aquí, queridos ciberamigos, la cara B de la Cuadrilla. 

Y qué mejor manera para cerrar una crónica marcada por la duda y el pesimismo que la lectura de un buen poema. Un poema escrito por el grandérrimo Jaime Gil de Biedma, cuyo título es Apología y petición. Se trata de una sextina, una pieza de muy difícil resolución, pero que el maestro Biedma logró domeñar gracias a su arte y oficio.
En este texto trata de volcar su impotencia ante la falta de perspectivas de un país sumido en la dictadura. Ahora, más de cincuenta años después de su publicación, su contenido resulta tan actual que parece haber sido escrito para retratar nuestro más inmediato presente. Algo muy parecido a lo visto en ¿Esto es suyo o del banco?
Disfrútenlo y no se preocupen, probablemente en la próxima crónica el tono será ya distinto, el habitual en la Cuadrilla de los Viernes Sí. Tengan por seguro que nos volveremos a echar al monte, regresaremos a la lucha que defiende la alegría del acoso de los mediocres y de su rutina, entonaremos "La Risa Celebratoria" y seguiremos haciendo piña desde la amistad. La Cuadrilla es invencible, amigos, y que Dionisos y Afrodita nos asistan.


Apología y petición


¿Y qué decir de nuestra madre España,
este país de todos los demonios
en donde el mal gobierno, la pobreza
no son, sin más, pobreza y mal gobierno,
sino un estado místico del hombre,
la absolución final de nuestra historia?

De todas las historias de la Historia
la más triste sin duda es la de España
porque termina mal. Como si el hombre,
harto ya de luchar con sus demonios,
decidiese encargarles el gobierno
y la administración de su pobreza.

Nuestra famosa inmemorial pobreza
cuyo origen se pierde en las historias
que dicen que no es culpa del gobierno,
sino terrible maldición de España,
triste precio pagado a los demonios
con hambre y con trabajo de sus hombres.

A menudo he pensado en esos hombres,
a menudo he pensado en la pobreza
de este país de todos los demonios.
Y a menudo he pensado en otra historia
distinta y menos simple, en otra España
en donde sí que importa un mal gobierno.

Quiero creer que nuestro mal gobierno
es un vulgar negocio de los hombres
y no una metafísica, que España
puede y debe salir de la pobreza,
que es tiempo aún para cambiar su historia
antes que se la lleven los demonios.

Quiero creer que no hay tales demonios.
Son hombres los que pagan al gobierno,
los empresarios de la falsa historia.
Son ellos quienes han vendido al hombre,
los que le han vertido a la pobreza
y secuestrado la salud de España.

Pido que España expulse a esos demonios.
Que la pobreza suba hasta el gobierno.
Que sea el hombre el dueño de su historia.


Estáis todos bendecidos, caros amigos.

3 comentarios:

  1. Muy buena crónica.De vez en cuando pensáis,hablaìs, escribís y decís y algo más ís algo lúcido(es broma).
    Un beso

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  2. Señora anónima, muchas gracias por su visita y mucho mas por el comentario. Creo que fueron las setas lo que en un alarde de inspiración general transformo la tertulia en una asamblea donde todos opinamos y propusimos ideas y soluciones no solo criticas. En fin, retomaremos las tertulias que vienen siendo habituales, aun que no niego que volvamos al la critica de la actualidad.
    Aprovecho para felicitar al cofrade escriba, esta entrada, está a la altura de las columnas y artículos que Reverte publica en el País semanal.
    Enhorabuena.

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  3. En respuesta a ese poema, otro, en este caso de Gioconda Belli, nos llama a la acción.

    Huelga.

    Quiero una huelga donde vayamos todos.
    Una huelga de brazos, de piernas, de cabellos,
    una huelga naciendo en cada cuerpo.

    Quiero una huelga
    de obreros de palomas
    de choferes de flores
    de técnicos de niños
    de médicos de mujeres.

    Quiero una huelga grande,
    que hasta el amor alcance.
    Una huelga donde todo se detenga,
    el reloj las fábricas
    el plantel los colegios
    el bus los hospitales
    la carretera los puertos.

    Una huelga de ojos, de manos y de besos.
    Una huelga donde respirar no sea permitido,
    una huelga donde nazca el silencio
    para oír los pasos del tirano que se marcha.

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