viernes, 7 de diciembre de 2012

Historia de un proceso. Cap. 3. El prensado.

Bienvenidos al tercer capítulo de la Historia de un proceso, en el que sin misterio alguno se narran los pormenores de la divina metamorfosis que transforma la uva en vino (ver Cap1 y Cap2). Esta vez tocaba vaciar el lago con la uva ya fermentada y llevarla a la prensa. Así que la tropa se puso manos a la obra y tirando de horquillo y cesto fue sacando del depósito esas uvas del sacrificio, frutos protomártires del vino.
Todo estaba ya listo para salir hacia la cooperativa, donde nos esperaba la prensa.

Una vez en la cooperativa, hubo que mostrar un buen dominio del manejo de la maquinaria.
Eso que cae es el néctar naciente. La presión y los vaivenes del viaje provocaron el sangrado de las uvas. Uvas que sin remisión se fueron yendo en una deliciosa hemorragia; ríanse del Conde Drácula. Viendo estas imágenes uno cae en la cuenta de que con este néctar y sólo con este néctar se podía practicar el rito de la Eucaristía, ¿con qué si no, amigos? ¿Con leche de cabra?, por favor, no sean bárbaros.


Vertidas las uvas en la prensa, sólo había que colocar bien los cierres y activarla. Como apreciarán, conforme avanzaba la presión más generosamente fluía el néctar. Qué maravilloso espectáculo amigos.

Extraído todo el zumo, las vinazas, mártires del Proceso, salen por la puerta falsa de la prensa. Dicen los jugadores de fútbol en la tele, en una frase manida y mil veces repetida, que lo van a dar todo en el campo, en fin, palabrería vana comparada con el ejemplo de estos frutos. Esas uvas sí que lo han dado todo, como una verdadera madre nutricia, ¡hasta la extenuación!

 El vino en ciernes regresa al depósito donde continuará con sus procesos de fermentación.

"Sangre de Cristo
morador del Grial.
Néctar anacreóntico
Llave del lupanar". 
(del Brindis Maledicente)


Cuando vean este vídeo, por favor, pongan el volumen bien alto y procuren que a su alrededor no haya ruidos contaminantes ni ningún otro tipo de interferencia que atente contra la mejor acústica. Logradas estas cosas, escucharán y verán al niño, a ese vino en gestación dando sus primeras pataditas. Música para nuestros oídos.

Y después, como siempre, a tomar un aperitivo, que nunca está de más. Así quedó el jamón después de pasar por nuestras manos. Agradecidamente nos lo zampamos, generosamente llenamos nuestras copas y con la misma magnanimidad y filantropía dejamos pasar las horas y las conversaciones.
Agua que pasa, no mueve molino, eso que los romanos y otros pelmas renacentistas llamaron Carpe Diem. Bonita consigna, ¿verdad? Aunque es cierto que para nosotros hace ya muchos años que pasó la alegre primavera, sin embargo, ahí queda el dulce fruto, ñam.
Salud.

2 comentarios:

  1. Cuando el poeta escribió "verde que te quiero verde", o bien no había visto tamaño reportaje, o bien no tenía esperanza de catar la promesa de ese caldo.

    Disfrutad de lo que el bermellón deja adivinar.

    Salud.

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  2. Gracias, Euria. El vino ha inspirado a mucha gente, a poetas, claro, pero también a los propios viticultores y vinicultores, que haciendo frente a la adversidad no dejan de superarse año tras año con estos poemas potables de color rubí,

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