domingo, 31 de marzo de 2013

Bacalao a la riojana

Queridos amigos que nos seguís desde todos los rincones del mundo, desde Alberite hasta la última Thule, bienvenidos a una nueva crónica de Viernes Sí, la Cuadrilla más osada y dicharachera de cuantas jamás han sido.
Lamentablemente el reportaje de hoy ha de empezar por necesidad con una petición de disculpas, no sólo por la demora en la publicación, también por la pobreza gráfica de la crónica que, como ya habrán apreciado, sólo cuenta con cuatro fotografías. Pero, ¿quién es el responsable de todo esto? Es evidente, queridos ciberamigos, el único responsable de este erial de letras sin imágenes es el Cofrade Fotógrafo, que anda por la Domus más pendiente del buen yantar y del mejor pimplar, que de los asuntos que como Cofrade le competen, es decir, de hacer fotos.
Le tocaba la cena al Cofrade Pedro, que se presentó en el Refectorio con dos generosísimas tarteras de bacalao con tomate. Su irrupción en el hogar de la Cuadrilla provocó, acaso por influjo de la Cuaresma, una general y muy sentida genuflexión por parte de todos los Cofrades. Qué recogimiento, cuánta emoción y qué silencio, queridos amigos.
Hay que lamentar, como ya se ha dicho en la introducción, que no haya imágenes del abadejo en su salsa, así que échenle imaginación, que todavía no está prohibido. De todos modos, por arrojar un poco de luz, era el típico bacalao a la riojana, y con eso creo que lo digo todo.
De lo que sí queda constancia gráfica es de las banderillas y de la tortilla de patata cubierta de queso y pimiento rojo, que el Cofrade Pedro aportó a guisa de entrantes.
 
El aperitivo, además de delicioso, descorchó botellas y desató la tempestad del hambre. Amigos, qué procelosos son los apetitos de los Cofrades, y cómo escamparon la tormenta de gazuza a fuer de comer, de blandir la cuchara, de meter con ímpetu y gallardía el tenedor, y de rebañar con miga de noble candeal la salsa de tomate. Qué hazaña, ni el Jabato ni el Capitán Trueno se emplearon jamás con tanta bizarría y desenvoltura.
 
Al evento se sumó el cuasiCofrade Joxepo, nuestro arqueólogo favorito y principal censor en asuntos rapiñoprehistóricos, que tuvo a bien celebrar su cumpleaños con la Cuadrilla, aportando para ello el vino y el postre. Pero hablemos de "ello".

No vamos a hacer publicidad de grandes bodegas en nuestro blog, nunca lo hemos hecho, ¿o sí? (ya saben que el desorden y la contradicción son cualidades inherentes a la Cuadrilla). Lo cierto es que, por un momento, a nuestro noble favorito, el Marqués de Sade, le salió un duro competidor de idéntico rango, el Marqués de Cáceres. Sin embargo, vaciadas las botellas, nuestras preferencias aristocráticas se volvieron a inclinar hacia el Divino Marqués. Esperamos que Joxepo no nos lo tenga en cuenta.
Después llegó el postre, brindamos por Joxepo  y por su gracioso cumpleaños, ¡un Viernes Sí! Brindamos por el bacalao, por las tarteras del Cofrade Pedro, por los barcos que faenan en las Islas Feroe y Gran Sol, por esos recios pescadores que soportan tempestades, por el tomate, por las huertas del valle del Ebro, y también por sus virtuosos hortelanos, y así, sucesivamente, brindamos y brindamos hasta la hora de los dulces.
No hay foto de los postres, pero he de decir que hubo una sana lid entre repostería artesanal, aportada por Joxepo (fueron ganas de llamar la atención), y pastelería industrial, con la que contribuyó, como mandan los cánones cuadrilleros, el Cofrade Pedro. No voy a decir qué pastel ganó, porque es evidente, en fin, uno era artesanal y el otro industrial... ustedes, queridos ciberamigos, ya saben; no hay color.
 
Después, lo de siempre. Exactamente el mismo epílogo de crónicas anteriores.
 
Allos enfants de la Patrie, le jour de gloire est arrivé.
 
Estáis todos bendecidos, caros amigos.
 
 
 

1 comentario:

  1. El Parien,

    que buena pinta todo...mmmm.
    El apartado de encurtidos merece atención,aussi!!!

    Saludos cuadrilla.

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