sábado, 16 de enero de 2016

Noche aciaga en el Palomar

Queridos amigos que nos seguís desde todos los rincones del mundo, desde Alberite a Vladivostok, bienvenidos a una nueva crónica de Viernes Sí. Amigos, fieles seguidores del blog, tenaces admiradores de bacanales sin freno ni mesura, debéis saber que esta vez no me voy a extender mucho. En esta crónica de hoy no habrá espacio para morosas descripciones de platos llenos de manjares, de copas rebosantes de exquisitos caldos, ni de espiritosos licores de burbujas chispeantes, NO, ¿decepcionados acaso?
Le tocaba la cena a Chuman y los peores augurios se cumplieron, a las nueve y media todavía no había dado señales de vida, los primeros nervios empezaron a aflorar entre la concurrencia. 
El hambre empezó a cobrar presencia al abrigo del nerviosismo, ¡¡¡qué vergüenza me da hablar de hambre en este blog!!!, sin embargo, conforme la aguja del minutero completa la circunferencia, los cofrades cayeron en la cuenta de que todavía existe algo peor que el hambre, ¡no saber si vendrá alguien a paliarla! Todavía pasó media hora más hasta que el hombre que susurra a las palomas hizo por fin acto de presencia.

¿En qué estará pensando Juanán?
¿En qué estará pensando Joxepo?

Y así, a las diez y media, llegó por fin Chuman que fue recibido con silencio y contenidos avisos. El entusiasmo, que nunca lo hubo en toda la velada, se diluyó en cocacola, ¡¡¡cómo iba a haber entusiasmo si no hubo vino!!! Suerte que Fausti puso remedio con todo lo que tenía a mano, gracias gran Cofrade.


A partir de aquí tenía que nacer toda nuestra alegría, si no la había... era nuestro problema.

Con esta magnífica tarta de naturaleza industrial llegamos a los postres. En fin, las referencias son claras en cuanto al tamaño, había que repartir y tal.
¿Tarta helada? No!! Tarta congelada.
No me voy a extender más, pues cualquier detalle o anécdota que pueda añadir, podrá ser claramente empleado en nuestra contra. Termina así, queridos amigos, la crónica que pone a Viernes Sí en la picota, un Viernes Sí aciago que nos dejó a todos un poco como esta tarta, congelados. 

Estáis todos bendecidos, amigos.

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